Nos ven con el corazón
En las calles sobran obstáculos y falta solidaridad. Ayer, 'El Ciego de Cabra'; hoy, Manuel Marruecos o Vicente 'El Granaíno'. Granada os quisiera devolver la vista para que veáis lo mucho que os queremos.
CUANDO Maurice Maeterlinck, el dramaturgo belga autor de Los ciegos (1890) comparó la ceguera con la Fe no cayó en que precisamente es fe lo que le sobra a los ciegos, porque si no ven con los ojos de la cara tienen bien abiertos los del corazón. Y leyendo el Ensayo sobre la ceguera, de Saramago, acaba uno descubriendo que es más ciego el egoísta e ignorante y que no hay más ciego que el que no quiere ver.
Dicen que era ciego el más antiguo de los poetas, Homero, y mira lo que recitaba; pero más cercanos son el inglés John Milton (1608), el húngaro Pulitzer (1847), el de los premios de literatura y periodismo, o el más reciente Jorge Luis Borges (1889), autor del Poema de los dones, en el que, aludiendo a su progresiva ceguera, dijo: 'Nadie rebaje a lágrima o reproche / esta declaración de la maestría / de Dios, que con magnífica ironía / me dio a la vez los libros y la noche'.
Nuestro pasado cultural islámico dio un ciego ilustre en el siglo IX: Muqaddam Ibn Muaffa, 'El Ciego de Cabra', al que atribuyen la invención de esa composición poética, la 'muwassaha' con su jarcha final de la que se deriva luego el zéjel. Una modesta calle de la avenida de la Constitución lo recuerda tímidamente. Tendría los ojos malos pero le funcionaba bien el alma.
Y es que los casos de ciegos con los ojos en el corazón son numerosos porque el mundo de los artistas invidentes es eterno: desde el maestro Joaquín Rodrigo, que tan famosa hizo a Aranjuez, pasando por Ray Charles, el músico de Albany, Stevie Wonder o el portorriqueño José Feliciano. Más recientes son los casos del tenor toscano Andrea Bocelli, a quien un maldito accidente de fútbol le causó la hemorragia cerebral y lo dejó ciego a los 12 años, pero ha tenido tiempo de licenciarse en Derecho en Pisa y hasta de cantar con Pavarotti. Tampoco el navarro Serafín Zubiri es ningún lila: representó a España en el Festival de Eurovisión, subió al pico del Aconcagua y hasta quedó subcampeón del popular programa de TVE ¡Mira quién baila!
Caso singular fue el de aquel parisino que a los tres años perdió la vista y luego sería el inventor del método de lectura que lleva su nombre: Luis Braille. ¡Cuánto le debemos!
manolo y vicente
Nosotros los tenemos muy cerca. Entre las avenidas de la Constitución y Andaluces está en su quiosco con los cupones al sol Manuel Marruecos intentando ser "la ilusión de cada día". Por allí mismo nació, en Los Pajaritos. Hubiera sido un buen jugador de baloncesto o tal vez un ciclista. Tenía su equipo con los muchachos del colegio y luego su bicicleta de reparto en la Hermandad Farmacéutica, cuando estaba en la calle San Jerónimo. Una maldita lentilla demasiado dura le dejo ciego mientras dormía. Perdió la vista pero no la educación, la amabilidad y la entrega a los demás desde su puesto en el comité de empresa de la Once. "Sobran obstáculos en las calles y falta solidaridad en los corazones", me dice con lamento pero sin perder la sonrisa.
Está muy próximo en el recuerdo 'el ruiseñor de la bandurria', José Recuerda, componente del inolvidable Trío Albéniz. Y paseando por la Virgen de las Angustias nos tropezamos a cada momento con nuestro querido Vicente Fernández 'El Granaíno'. Al maestro Vicente lo conocí en el mismo salón de mi casa. Aparecía con el Trío Granada en las vísperas de San Juan para alegrar con sus músicas de bandurrias y guitarras la onomástica de mi padre. Todavía me lo recuerda paseando con su amigo el cantaor Javier Montenegro.
Vicente recorrió con su guitarra desde la calle Santa Ana a Méjico, desde Plaza Nueva a media Europa; acompañó a muchos: a Juanito Valderrama, a Rocío Jurado… y grabó varios CD hoy en el mercado. Un placer oírlo con su compañero al piano, José Molina. Vicente 'El Granaíno', ¿cuándo alguna calle llevará su nombre? Escribidla en letra grande que se vea bien y debajo en 'braille' con los punticos de oro. ¿Para quiénes se inventarían los homenajes?
Como se narra en la Palinodia, fabulosa oda griega del poeta ciego Estesícoro, en la que la bella Helena de Troya le devolvió la vista para que pudiera ver lo guapa que ella era, Granada entera quisiera daros buena vista para que podáis ver lo mucho que os queremos, aunque sea con los ojos de vuestro enorme corazón.
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