Un viaje al corazón del horror
Cruz Roja presenta en el Centro Neptuno una muestra sobre el drama de las pateras
Salvo que la ciencia-ficción entre en la historia, ni los europeos ni los españoles tendrán que pasar en su vida por la experiencia de cruzar el Estrecho en una patera. Casi ninguno llegará siquiera a imaginar el horror que supone esta experiencia. Cruz Roja Española, con la finalidad de recrear ese viaje para sensibilizar a la sociedad ante el drama de esas travesías agónicas, ha creado la exposición itinerante En la otra orilla, que ahora recala en Granada.
El presidente provincial de Cruz Roja, Francisco Escribano, inauguró ayer la muestra, que se podrá contemplar hasta el próximo lunes 3 de noviembre en el Centro Comercial Neptuno.
El camino que en ella se propone se estructura en tres secciones: la partida, el viaje y la llegada. Por ese orden cronológico y lógico el visitante se verá inmerso en un recorrido en el caminará con cuatro sentidos: la vista, el oído, el tacto y el olfato.
Esta exposición multisensorial es posible porque el magnífico trabajo fotográfico se completa con efectos sonoros, unas cajas con materiales que el visitante puede tocar para evocar las sensaciones de los inmigrantes. Junto a estas hay otras en las que, girando una rueda, puede olfatear los olores que Axati Flaires ha recreado sobre el trayecto.
Una frase de Victor Hugo resume el sentido de la primera parte: "El hombre tiene ilusión como el pájaro alas. Es lo que lo sostiene". A pesar de ese soplo, se hace hincapié en lo duro que resulta emprender un viaje que, como señaló ayer Escribano, supone dejar atrás familia y país. Por eso los olores de la patria son agradables, de flores y heno fresco, y los elementos táctiles son los de esa cultura de la que tienen que separarse, como son los instrumentos musicales.
"Quien ha perdido la esperanza ha perdido también el miedo: tal significa la palabra desesperado". Con la sentencia de Schopenhauer se sintetiza el espíritu de la segunda fase, la del viaje propiamente dicho. El olor de la gasolina, el del agua salada, el tacto áspero de los suelos de las pateras acompaña al espectador por el desgarrador recorrido fotográfico.
La última sección, la de la llegada, hace una llamada a la nobleza de la población y de la Administración, pero también una advertencia sobre la obligación moral de ser generoso con la persona que pasa ese trance. Dos citas resumen esa doble vertiente: "Nunca se da tanto como cuando se da esperanza", de Anatole France, y "Debemos aprender a respetar los derechos de las ilusiones", de Ortega y Gasset. Las arenas de las costas españolas o el aroma dulce del puerto acompañan a las imágenes de la recepción de los equipos de ayuda humanitaria que los asisten.
Y tanto Francisco Escribano como el subdelegado del Gobierno, Antonio Cruz, confirmaron ayer la metáfora de la exposición con la realidad de los datos de las costas granadinas. Ambos señalaron que en lo que va de año han llegado más de 900 emigrantes en 21 embarcaciones. La inmensa mayoría son subsaharianos, una novedad frente a la tradicional inmigración marroquí. Y aportaron un dato sobre la labor de la ONG: desde que empezó a atender a los inmigrantes en la provincia ha prestado auxilio a más de 15.000 personas, otras tantas vidas con derecho a la ilusión.
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