La Virgen de las Angustias, el ejemplo más claro de la religiosidad popular

Ante su talla se han postrado un papa y varios monarcas españoles, entre ellos Felipe VI, que lo hizo en mayo pasado

En 1916 sufrió un incendio y varios devotos se jugaron la vida para salvar a la imagen

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Ofrenda a la Virgen de las Angustias de Granada este pasado día 15.
Ofrenda a la Virgen de las Angustias de Granada este pasado día 15. / Antonio L. Juárez / Picwild

Aunque hay ciudadanos que se persignan al pasar por las puertas de El Corte Inglés rogando que no sea mucho el cargo de la tarjeta ese mes, la mayoría de los granadinos se persignan al pasar por la basílica de la Virgen de las Angustias, la copatrona de Granada. Y este mes se septiembre mucho más porque se cuentan por miles los fieles que se pasan por la Basílica, bien para participar en la ofrenda floral que se le hace todos los años el 15 de septiembre o bien para intervenir en la procesión, que será el último domingo de este mes. También, durante septiembre, muchos colectivos profesionales concurren en los llamados cultos a la patrona. Si hay un templo que ejerce un poder balsámico especial sobre el granadino, es este. De estilo barroco y construida a comienzos del siglo XVII, arquitectónicamente no tiene mucho valor, pero espiritualmente es inmenso porque acapara la fe de miles de personas. Además, es la única iglesia de la ciudad en donde ha entrado un papa (Juan Pablo II) y varios reyes de España a rezar. El último ha sido Felipe VI, que vino a Granada el 30 de mayo a renovar su nombramiento como Hermano Mayor perpetuo de la hermandad, algo que han hecho algunos monarcas españoles desde Felipe II. La Virgen de las Angustias no está en el ADN de los granadinos, es el ADN.

Todos los cronistas coinciden en que el fervor de los granadinos por la Virgen de las Angustias viene de lejos, de cuando Isabel la Católica donó en 1501 a la ciudad una tabla pintada por Francisco Chacón, pintor de cámara, que representaba a la Virgen María angustiada cuando descienden a su hijo de la cruz. La tabla llevaba el título de Angustias de María. Contaba Alejandro Bonilla el pasado lunes en este periódico que esta tabla fue a parar a una pequeña ermita que había en el Humilladero, a orillas del río Genil, en un lugar en donde antes había un mihrab musulmán. Y que por allí pasaban todos los días campesinos y labriegos que antes de ir a la faena entraban a la ermita para implorar sobre la intercesión de esa Virgen de rostro angustiado. Por lo visto se puso de moda la actividad y en poco tiempo todos los cristianos granadinos iban a pedirle ayuda y gracias divinas a la citada Virgen. Una veintena de aquellos hortelanos, dice Bonilla, fueron el germen de una asociación de fieles que se convertiría en hermandad en 1545. La Virgen de las Angustias, pues así era llamada por los granadinos, fue poco después objeto de una talla que saldría en procesión a partir de 1556 e incluso participaba en la Semana Santa.

Viendo la Iglesia que la devoción iba a más, el arzobispo don Pedro de Castro, el que construyó la Abadía del Sacromonte, pensó en la posibilidad de hacer un templo mucho más decoroso a la Virgen. Las obras de la basílica, junto a un hospital para la hermandad, actual concluyeron en 1671 y desde entonces es el santuario abierto a la peregrinación de granadinos y foráneos. El maestro de obras fue Juan Luis Ortega, que le imprimió el estilo barroco de la época y en la construcción utilizó el ladrillo visto con huecos enmarcados, también tan en boga en aquel tiempo. La portada, obra de Bernardo de Mora, tiene un paño central en el cual se incrusta la escultura de una piedad.

Del hospital no queda nada, allí se instaló después la casa parroquial y la sala de juntas de la hermandad. La portada está flanqueada por dos torres de seis pisos de altura, rematadas por campanarios, que se han convertido en emblemáticas y diferenciadoras. Al lado de la basílica, en cuya puerta siempre hay alguien pidiendo, hay un patio abierto adosado a la fachada.

Los regalos de Isabel II

En cuanto al interior, está la nave principal, dos laterales y las cuatro capillas con pavimento elevado que se comunica interiormente entre sí. Aunque la joya de la corona del templo es el camarín que reside el retablo mayor de la iglesia, donde se aloja la imagen de la patrona de Granada. El camarín es una de las obras churriguerescas más representativas de Granada, con sus hojas doradas y mármoles de colores.

Para muchos granadinos, casarse en la basílica de la Virgen de las Angustias puede llegar a ser el colmo de sus aspiraciones, lo mismo que bautizar a sus hijos delante de la patrona. Es un fervor especial que incluso se transmite de generación en generación.

Decíamos antes que muchos reyes de España se han inclinado ante la Virgen de las Angustias de Granada. La reina Isabel II fue una sus más fervientes devotas. Le regaló una corona de oro en 1846 y un manto bordado en ese metal en 1855. Uno de los reyes que más ha visitado la basílica fue el rey Alfonso XIII, siempre que venía a Granada a ver a su amigo el duque de San Pedro de Galatino o a cazar conejos, tanto de campo como de la ciudad, pues tuvo como amante a la hija de un gobernador civil de Granada y cada dos por tres estaba por aquí. La hija del gobernador se llamaba Carmen Ruiz Moragas, a la que habían apodado como ‘La Borbona’ por su relación amorosa con el citado rey. ‘La Borbona’, antes de liarse con el monarca, se había casado, precisamente en la Virgen de las Angustias, con el torero mexicano Rodolfo Gaona. El matrimonio duró menos de lo que se tarda en rezar una salve ante la imagen de la patrona de Granada.

También el papa Juan Pablo II se ha arrodilló ante ella en 1982, cuando entró en Granada en una ‘alsina’ porque el papamóvil se había estropeado.

Entre las tragedias adosadas a la basílica está ese incendio que sufrió en julio de 1916. Mientras ardía el templo, un grupo de vecinos entró en la basílica con el fin de salvar la imagen de la Virgen. Nada más salir con ella, se desplomaron las cúpulas sobre el pedestal vacío. Unos segundos antes el derrumbe hubiera aplastado a alguno de los valientes devotos. Cuenta la leyenda que cuando le preguntaron a uno de los que salieron con la imagen si no había tenido miedo contestó: “Ninguno, no me hubiera importado morir por salvar a la Virgen”.

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