Las vírgenes de las granadas

El motivo prendió pronto en la imagenería cristiana como símbolo de paz, fe y unidad

C.r. / Granada

05 de julio 2009 - 01:00

Ya se dijo en esta serie sobre las Granadas del mundo que existe una localidad andaluza donde el nombre de Granada es utilizado como nombre de pila por algunas mujeres. En un santuario de ese pueblo sevillano llamado Guillena, se custodia una imagen de la virgen María que porta una granada de oro en la mano, razón por la cual fue bautizada desde tiempo inmemorial con el nombre de Virgen de la Granada. La imagen es objeto de gran veneración y fervor popular por parte de los guilleneros, hasta el punto de ser la patrona de la villa además de alcaldesa perpetua de la ciudad y titular de la Primitiva y Fervorosa Hermandad Sacramental de Nuestra Señora de la Granada. Con todo el lujo y la pompa que suelen revestir estas ceremonias populares, la virgen es sacada en procesión por las calles de Guillena en dos ocasiones en el mismo día del 8 de septiembre, festividad de la Natividad de Nuestra Señora. Por la mañana realiza la primera salida con regreso al templo, para repetir el trasiego por la tarde-noche.

La relación de esta virgen con la capital granadina no va más allá que el hecho compartir el nombre del fruto que a las dos presta su denominación.

Pero no es exclusiva de Guillena esta representación mariana. También en la localidad sevillana de Puebla del Río se realiza, ese mismo día del 8 de septiembre, la procesión de otra de las la vírgenes de la granada existentes en Andalucía.

Se ve que este motivo, este tema artístico de la madre de Jesús portando en su mano una granada, ha prendido en la imaginería de raíz cristiana. Así, la iconografía de la virgen de la granada ya fue visitada por los pintores italianos del Renacimiento, con cumbres del arte como los lienzos y dibujos realizados por Sandro Boticelli o Rafael.

El florentino Sandro Boticelli (1445-1510), discípulo de Fra Fillipo Lippi, aprendió de su maestro uno de sus temas predilectos: la Madonnas con Niño, con obras destacadas como El regreso de Judith a Betulia, la Epifanía o la Virgen de la Eucaristía. Mecenas como los Médici o Sixto VI le facilitaron desarrollar una ingente obra que en 1480 culminó con las series Nostagio degli Onesti y La Madonna del Magnificat, también conocida como la Virgen de la Granada. Esta última obra tiene grandes similitudes con otras más famosas del pintor como El Nacimiento de Venus o El nacimiento de la Primavera. En todas ellas destaca su estilo personalísimo, de trazo elegante, el carácter melancólico y la fuerza expresiva de sus líneas. Sus vírgenes, también la de la granada, ofrecen un aspecto como de 'vírgenes melancólicas', una muestra quizás del neoplatonismo cristiano en el que se encuadró su pensamiento y su pintura.

También el gran pintor italiano Rafael (1483-1520) plasmó el motivo de la granada en su cuadro de La virgen con el niño, una obra en la que se percibe claramente el influjo de Leonardo da Vinci, Miguel Ángel o Fra Bartolommeo. Maneras naturales y suaves son las que determinan las madonnas de Rafael, como queda patente en la de la granada o en otras como la Madonna del Granduca o La Virgen del jilguero.

La virgen, la granada y el niño son, como queda patente en este recorrido geográfico, pictórico e histórico, un símbolo de paz, unidad y fe. La granada simboliza unidad, pero en lo diverso. Tal vez por eso sea un icono que perdura, perenne, a través de los tiempos.

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