granadinistas y mundialistas

Polivalencia charrúa en la impotencia rojiblanca

  • El carácter uruguayo que quería el Granada apenas se vio en un jugador arrastrado por la mala dinámica

Uruguay tiene dos Mundiales de fútbol oficiales y dos oficiosos (cuando el torneo de fútbol olímpico juntaba a los mejores del planeta). Para un país de apenas tres millones y medio de habitantes, ya es casi un milagro participar en una Copa del Mundo. La ingente cantidad de jugadores que se producen en la 'banda oriental' sigue perteneciendo a esos misterios del fútbol que solo explican la pasión alrededor de la pelota. Gastón Silva es uno de esos productos que la granja charrúa fabrica, moldea y lanza al planeta balompié. Con esa vitola llegó hace dos veranos al Granada CF.

Gastón Silva estuvo nada más que una temporada como granadinista, fruto de una de tantísimas cesiones que se vio obligado a cerrar, por exceso o por defecto, el ínclito Javier Torralbo. Llegó con un buen cartel. Sus derechos pertenecían, y siguen siendo, propiedad del Torino italiano, que se había fijado en el salteño debido a su progresión en las etapas inferiores de la selección uruguaya. Jugó los Mundiales sub 17 y 20 de México y Turquía, respectivamente, y en 2014 se estrenó con la absoluta de la mano de Óscar Washington Tabárez. El 'Toro' pagó 2 millones de euros por su traspaso al Defensor de Montevideo y casi recién llegado se vistió la granate hasta en las competiciones europeas. Pero aún era muy joven, apenas 20 años recién cumplidos, y le hacía falta foguearse en ligas de alto nivel.

Destacado en la Copa América Centenario 2016, el Granada le ganó al Betis por su cesión

El verano en el que llegó a Granada se interesaron por él varios equipos, el de más renombre el Real Betis, que aquel mercado se metió por delante de los rojiblancos en más de una operación. La vitola y el interés que suscitaba hicieron que la afición no viera mal su incorporación. Vendía su polivalencia en la defensa, capaz de jugar de central y de lateral izquierdo, esta última una posición en la que a los granadinistas les ha costado encontrar recambios que hicieran olvidar el rendimiento de Guilherme Siqueira. Le avalaba su buena Copa América Centenario, donde la prensa especializada le salvó de la quema general de una Uruguay que no estuvo a la altura.

A nivel individual, y a pesar del descenso, Gastón Silva se contagió de la espiral del desastre que invadió el club, pero siempre dejaba muestras de un carácter adaptable. Se vislumbraba buen jugador en él, pero nunca rindió a alto nivel. Su acelerado debut, apenas dos días después de llegar al club, con la derrota por 5-1 en Las Palmas fue una de las muestras del abismo al que se dirigía el Granada, que acabó haciendo el ridículo en su descenso.

El uruguayo acabó su periplo dejando a los rojiblancos en Segunda e iniciando un verano polémico. El Torino le vendió al Pumas de la UNAM mexicano, un acuerdo anunciado por ambas partes, pero del que no hizo caso el charrúa, que pocos días después estaba pasando el reconocimiento médico con el Independiente de Avellaneda argentino, club con el que además conquistó la Copa Sudamericana. El Pumas denunció el caso ante la FIFA y este sigue bajo investigación.

Mientras tanto, Gastón se entrena a las órdenes de Óscar Tabárez, el entrenador que le hizo internacional por primera vez con Uruguay. Por muy mal que vayan las cosas, el grupo es lo que más importa. Por eso, la Banda Oriental sigue siendo temida por todas las selecciones en los grandes eventos. Si todo sigue su curso, debutará mañana en un Mundial. La culminación del largo camino que empezó en el Franzini.

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