Espanyol-Granada CF | La crónica

Si el Granada CF pierde así no sienta tan mal

  • El Granada CF cae ante un Espanyol firme en casa que decide el partido con dos goles en el cuarto de hora final del primer tiempo, mientras que en el segundo Diego López salva a los suyos ante un digno conjunto rojiblanco que hace casi todo lo necesario para marcar

Rochina levanta la cabeza con el balón controlado ante Bare.

Rochina levanta la cabeza con el balón controlado ante Bare. / Pepe Villoslada / Granada CF (Barcelona)

Se puede perder y se puede perder. Se puede caer en Vallecas ofreciendo una imagen lamentable y preocupante, y se puede ceder ante el Espanyol dejando buenas sensaciones y siendo optimista de cara al futuro.

No puntuar siempre sienta mal, pero hacerlo como lo hizo el equipo rojiblanco en Cornellá duele menos. Es indudable. Hacerlo por 4-0, como ante el Rayo, o por 2-0, que fue el resultado de este sábado, es lo de menos.

Lo que importa es lo que se transmite. Y la derrota ante el Espanyol deja como conclusión que la racha de cuatro partidos sin perder no fue casualidad, que el equipo sigue creciendo y mejorando, y que ya es eso, un equipo que es capaz de competir ante cualquiera y en cualquier escenario.

El Granada, pese a las importantes bajas, firmó un primer tercio de encuentro aseado. Cuando no pasaba nada apareció Darder, que dio dos notables asistencias que Pedrosa y Raúl de Tomas convirtieron en sobresalientes. En ese último cuarto de hora del primer tiempo cavó el Granada una tumba de la que estuvo a punto de salir. Y mereció hacerlo.

Le costó reengancharse al partido, pero cuando lo hizo dominó y apretó al Espanyol, que se encomendó en la última media hora a un soberbio Diego López para mantener intacta su ventaja y quedarse con los tres puntos. También el palo ayudó a que el fortín periquito se mantuviera inviolable.

Por si acaso, aunque esta vez no hizo falta, estaba por allí Díaz de Mera, que no le da al Granada ni la hora. No influyó en el resultado final, no perdió esta vez el equipo por el trencilla castellanomanchego, ni mucho menos, pero siempre que le pita a los rojiblancos les perjudica.

Más o menos, pero siempre en contra. Sólo hay que ver cómo se dirigen a él los jugadores del Granada para comprobar la frustración y la impotencia que produce en ellos este colegiado.

No hay tarjeta para Embarba pese a que arrolla a Neva, tampoco para Bare pese a que se revuelve de malos modos con Suárez. Para Víctor Díaz sí, aunque no sea ni falta, que le acaba de sacar una al rival. Y la clarísima falta a Jorge Molina justo antes del 2-0, ya si eso para otro día. Isidro es una gota malaya.

Todo controlado hasta que aparece Darder

Robert Moreno, como era de esperar, apostó por el mismo once del día del Levante con el único cambio obligado de Monchu por el lesionado Luis Milla. E insistió con el 1-4-4-2, con retoques en ciertos tramos del segundo tiempo, cuando Rochina se metió en la media punta y Luis Suárez fue un puñal como extremo zurdo.

El Granada jugó una primera media hora muy decente. Tuvo el balón y casi siempre supo qué hacer con él, aunque se echó en falta algo más de mordiente arriba. Diego López apenas tuvo que trabajar. Sólo en un chut tempranero de Rochina, que mostró menos chispa y lucidez que en los anteriores choques.

Montoro también lo intentó desde lejos, con un remate desviado, mientras que se quedaron cerca de ser rematados varios buenos centros y de ser culminada una estrategia en la que el primer toque de Germán no tuvo continuidad.

El Espanyol no sufría, mas tampoco estaba cómodo en el campo. Lo apostaba casi todo a sus dos jugadores más determinantes arriba: Embarba, al que buscaban una y otra vez por la derecha, y Raúl de Tomás, que siempre tiene la caña preparado. En mala hora lo castigó Competición con un partido de sanción tras ser expulsado hace dos jornadas en lugar de con dos encuentros de castigo.

Avisó el repeinado goleador perico con un testarazo a bocajarro que se encontró el paradón de Maximiano, pero poco más creó en ataque el Espanyol.

Yangel Herrera pisaba área con asiduidad, tratando de vacunar al Granada con el mismo pinchazo que tantas veces usó como rojiblanco, pero tampoco cabeceó bien una buena bola.

Jugadores de ambos equipos esperan un centro al área Jugadores de ambos equipos esperan un centro al área

Jugadores de ambos equipos esperan un centro al área / Agencia LOF (Barcelona)

Así estaba el choque, igualado y con el Granada firme y seguro de sí, hasta que apareció Darder. Sólo unos segundos después de que la estrategia de Dani Guindos, segundo técnico rojiblanco, no funcionara en la falta botada por Montoro y cabeceada por Germán, la del otro Dani, el segundo técnico local que se apellida Pendín, salió de maravilla y varió bruscamente el giro del choque.

La puso Darder desde el córner, los atacantes no se preocuparon de rematar sino de bloquear y Pedrosa, que es un pedazo de lateral, voleó de maravilla un misil que ni vio Maximiano.

Era el 1-0 y lo peor estaba por llegar, porque el Granada se desconectó, dejó de hacer lo mucho que estaba haciendo bien, y en el 42 llegó el 2-0, obra de Raúl de Tomás con la testa tras otro pase preciso de Darder.

Reacción sin gol

No tocó nada Robert en el descanso y pareció un error, porque el segundo tiempo empezó con una doble ocasión de Embarba y un gol anulado a Yangel en una de las muchas contras montadas por el Espanyol.

Los locales dieron un paso atrás, Luis Suárez se fue a la izquierda para buscar las cosquillas de Aleix Vidal y hacer diabluras, Rochina tocó más el balón y Machís entró enchufado.

El Granada creyó y firmó una muy buena última media hora. El Espanyol lo vio ganado y tuvo que recurrir para certificarlo a Diego López, meta cuarentón con reflejos e intervenciones de veinteañero.

El meta sacó un balón imposible cerca de la hora de partido a Jorge Molina, y luego tiró mal Rochina donde no suele errar. Después el casi cuarentón rojiblanco, Jorge Molina, la mandó al palo con todo a favor. Y en esa misma franca posición cabeceó mal Luis Suárez.

Con el Granada volcado y ‘Max’ frenando los intentos locales de sentencia, Diego López se agigantó primero ante Germán y después ante Montoro en acciones de estrategia.

Y en el añadido tuvo tiempo de volver a brillar ante Jorge Molina.

Derrota y buena racha cortada. Pero si hay que caer, que sea así, que no sienta tan mal.

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