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Amargura y colorido en 'Una familia con clase'

  • Jessica Biel y Colin Firth, en una comedia sobre la lucha entre dos generaciones

El realizador Stephan Elliott vuelve a las pantallas con Una familia con clase, una amarga pero colorida comedia inglesa que retrata la lucha entre dos generaciones: una anclada en el pasado y marcada por la I Guerra Mundial y otra moderna y sin miedo.

Kristin Scott Thomas y Jessica Biel personifican ambos polos: la primera encarna a una estirada aristócrata inglesa, aunque sin un penique, que ve peligrar la supervivencia de su legado cuando su adorado hijo (Ben Barnes) llega a la mansión familiar con su deslumbrante esposa americana (Biel).

La pobre extranjera, que esconde un secreto -no podía ser de otra manera-, se encuentra también con las dos hijas histriónicas de la suegra, un servicio doméstico rebelde y un suegro atormentado que sobrevivió a la guerra, al que da vida Colin Firth.

Una familia con clase llega a los cines españoles el próximo jueves con graciosas refriegas familiares, un final previsible, aunque "controvertido y cuestionable" a juicio de Firth, y mucha marcha.

El director australiano tuvo que actualizar y suavizar Easy Virtue, la obra del dramaturgo Noel Coward versionada en 1928 por Alfred Hitchcock en una película muda, porque le parecía "horrible" que tratase a la nuera americana como "una bruja que no se compromete con nadie". Así, Elliott le ha dado mayor dimensión y humanidad a Larita, el personaje de Biel, y ha creado un complejo universo que se desarrolla en una casona de campo durante la época de entreguerras.

Y no sólo se analizan las intrincadas relaciones familiares y de pareja, sino que se tratan temas como la eutanasia, la muerte del antiguo régimen dominado por la aristocracia, la libertad y la emancipación de la mujer. Demasiada ambición para esta comedia, que al final resulta bastante típica, aunque con una fotografía, unos decorados y un vestuario fantásticos.

En la película, Biel entra como un ciclón de belleza y modernidad en una familia tradicional inglesa que trata de engancharse a un mundo que ya no existe y choca frontalmente con su suegra, interpretada con mucho estilo por Scott Thomas.

El director asegura que, en realidad, son dos personas muy similares, una el reflejo de lo que la otra pudo haber sido pero la guerra le impidió ser, que luchan por lo que creen suyo. El papel de los maridos de ambas, aunque menos agresivo, es determinante para el desarrollo de la acción: Firth está alejado de la realidad y sumido en el drama de la Primera Guerra Mundial y Ben Barnes pertenece a la nueva generación que vive el momento.

"Cada día de tu vida es un recuerdo de la tragedia, porque eres el único hombre vivo que ha regresado", explica Firth, quien cree "imposible" volver al cien por cien de un conflicto tan terrible.

La mano de Elliott, director de Las aventuras de Priscilla, reina del desierto, se reconoce en la mordacidad de los diálogos y las bromas irreverentes, y él mismo reconoce que desde el estudio tuvieron que frenar alguna de sus ocurrencias. Además, el realizador australiano quiso darle revoluciones contemporáneas a la película a través de la banda sonora, compuesta por temas clásicos cantados por él mismo, Biel y Barnes.

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