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El salero de Carmen París y Cadavieco cierran el Parapanda Folk

  • En torno a 2.000 personas fueron partícipes de la clausura del festival

Carmen París y el dúo de Miguel Cadavieco pusieron la madrugada del domingo el punto y final a la edición del Parapandafolk 2011. Un año tocado por la escasez presupuestaria salvado con mucha dignidad con la versión reducida de un programa que en algún año ha sido cuatro veces más extenso. Sin las apreturas del día inaugural, en torno a unas 2.000 personas siguieron las briosas canciones de la maña y se rieron hasta la falta de oxígeno con las ocurrencias del rabelista cántabro.

La introducción fue a cargo del 'juglar' Javier Tárraga, que llevaba toda la semana recorriendo la comarca con sus canciones y romances, aquí los hubo medievales, históricos como el referido a la muerte de Mariana Pineda y tan actuales y propios como la singular historia del consumista con los bolsillos vacíos. Si algo tuvo la versión reducidísima de la jotera maña Carmen Paris es que permitió conocer la motivación y los primeros días de vida de sus canciones, también gozar con la libertad absoluta en su re-creación. La París tiene muchos conciertos ya dados en plan piano-bar y además hace gala de una rotundidad de carácter y una fuerza comunicativa, que hace que un gran espacio al aire libre sea tan íntimo como un café teatro.

Jotera (con perdón) heterodoxa hasta merecer la hoguera integrista, como todos los disidentes lo es por edad y conocimiento de causa, paradójicamente respeta tanto la música popular aragonesa que la desarma y 'tunea' a placer: "Porque quiero, porque puedo y porque me da la gana", como dijo en alguna ocasión. Y es que si algo no tiene esta impulsiva iconoclasta son límites verbales. Ahí radicó gran parte del encanto de su presencia en el Parapanda Folk, en sus deslenguadas explicaciones sobra la sorprendente mecánica de sus canciones, tan deudoras de sus recuerdos infantiles como de la física cuántica o de su mítico viaje a Cuba de donde se trajo un disco y una alegría en la mirada antes inédita.

El simpático Miguel Cadavieco, rabelista e improvisador sin igual, experto en romances de ciego, se metió al público en el bolsillo, sobre todo por sus improvisaciones, sal y pimienta del concierto que lleva montado junto con el multiinstrumentista Marcos Barcena. Cantan coplillas norteñas, música celta, canción de autor… Pero la sonrisa, la risa y la carcajada llega cuando el rabelista desata su faceta repentista, con gracejo, simpatía, picardía y mucha inspiración. Y lo hace sobre romances del medioevo como sobre canciones de Dylan, Antonio Vega o Siniestro Total, que terminan siendo impagables ejemplares cómicos.

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