Fernando de Villena, poeta y escritor

Fernando de Villena: "Juan de Loxa me dijo que no debía buscar la opinión de otros sino ser juez de mi propia obra"

  • El doctor por la Universidad de Granada y miembro de la Academia de las Buenas Letras vuelve al mundo editorial con su nueva publicación El aprendizaje del héroe

Fernando de Villena: "Juan de Loxa me dijo que no debía buscar la opinión de otros sino ser juez de mi propia obra"

Fernando de Villena: "Juan de Loxa me dijo que no debía buscar la opinión de otros sino ser juez de mi propia obra" / Archivo (Granada)

Fernando de Villena (Granada, 1956) añade un título más a su prolífera carrera literaria, bajo el nombre: El aprendizaje del héroe, la historia narra el choque de vidas de un profesor jubilado y un inmigrante subsahariano, que emprenderán un viaje de reflexiones compartidas y autoconocimiento por toda España. El libro se presentará en el Centro Artístico el día 13 de octubre a las 20:00.

-¿Cuál diría que es su concepción del héroe actual?, ¿está sometido a una serie de trabajos hercúleos?

-Sí, el héroe en la sociedad actual es la persona que logra sobrevivir a toda la manipulación ideológica que existe en nuestro tiempo. Un ejemplo de ello es la sobreexposición de noticias falsas a la que estamos sometidos, y es difícil sortearla.

-¿Cuánto diría que el personaje del profesor Anselmo tiene de usted mismo? ¿Se siente identificado con sus intervenciones o simplemente se ha servido de vivencias personales para su formación?

-Bueno, ocurre que Anselmo da su opinión sobre muchos asuntos y yo no siempre estoy de acuerdo con esas opiniones, hay que tener en cuenta que se trata de una novela. De hecho, el personaje del joven le rebate en muchas ocasiones, a veces yo mismo dudo y no sabría si la opinión correcta es la de uno o la del otro. 

-Se trata de una novela controversial de temas de gran actualidad, ¿por qué decidió este formato en lugar de un artículo o un ensayo?

-Soy un amante del pasado y me gusta rescatar cosas. Creo que en un punto como el que estamos viviendo hay un género que viene muy bien, el coloquio, género cultivado por Alfonso y Juan de Valdés y todos los erasmistas españoles. Consideré que la novela a manera de coloquio me serviría para expresar mi opinión sobre el mundo en que me muevo ahora. Mi modelo de escritura, como coloquio erasmista, está presente en la segunda mejor novela de la literatura española: El criticón, de Baltasar Gracián, donde también hay un joven y un anciano que dialogan de lo que les sale al paso. No es una novela vanguardista, pero tampoco una realista. Me siento más en línea con Azorín o Baroja que con los autores del 27. Eso permite al libro abordar infinidad de temas es una gran reflexión sobre España, sobre lo que representa la juventud y la vejez, tanto ahora como en otras épocas, así como una reflexión sobre el primer y tercer mundo, y la publicación de literatura de y sobre inmigrantes. Siendo España un país con tal grado de recepción sorprende que no abogue por una literatura del inmigrante como hacen países como Francia.

-La importancia del viaje retorna como otro de sus temas en el libro, ¿cree que es imprescindible el camino para el aprendizaje?

-Sin duda, en todas mis obras acojo este tema. En este caso, una novela in itinere sobre España, ya que los personajes se recorren las principales ciudades y conversan sobre las mismas.

-¿Cree que este camino es irremediablemente religioso?

-No, eso va vinculado a mi ideología y a mis propios sentimientos. Sin embargo, el aprendizaje puede ser religioso o no. Yo soy religioso, tengo una concepción del mundo mística y religiosa, y me siento muy feliz de tenerla, porque en un mundo tan material y realista, le da un sentido a la existencia.

-¿Por qué cree tan necesaria la reivindicación de las humanidades?

-Porque nos dan el espíritu crítico, desde que se implantó la LOGSE, hace ya bastantes años, ha habido un deterioro tan grande y feroz que ya la gente no tiene armas para defenderse de la ideología dominante, entonces se le manipula de una manera asombrosa. En un mundo cada vez más fiero y cruel, dominado por los propios intereses, la formación humanística que algunos tuvimos permite escribir novelas -como las que yo escribo- o artículos para hacer tomar conciencia de las insidias y del poder.

-¿Cómo ha sido el proceso de un texto tan ambicioso como este, tanto política como geográficamente?

-No es una novela de investigación, es una novela que expresa más mi manera de sentir. Me he dado cuenta de que la política hace mucho daño a la literatura, así como del complejo de inferioridad que hay en España sobre sí misma, sobre todo por parte de la izquierda.

-Al final del libro, Anselmo le dice a Tahír, el joven inmigrante: "Tú tienes que ser el único y más exigente calificador de tus obras". ¿Es realmente así la experiencia del escritor?

-Sí, eso yo lo aprendí ya de muy joven, cuando empecé a escribir iba a visitar a los escritores más conocidos entonces de Granada y les enseñaba mis escritos, pero Juan de Loxa me dijo un día que no debía buscar la opinión de otros sino ser juez de mi propia obra. Desde entonces he seguido su consejo, soy consciente de lo que hago y siempre intento que sea lo más correcto. 

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