Granada, a los pies de Melendi
Fecha: 16 de mayo. Lugar: Palacio de los Deportes. Aforo: 3.000 personas.
Contra el pronóstico que la mayoría tenían, finalmente cientos de lágrimas desordenadas abarrotaron el Palacio de Deportes. Y es que, aunque físicamente no se completó, el furor y los chillidos invadieron el espacio en un duelo amistoso contra la voz de un gran Melendi que derrochó humildad y simpatía durante toda la noche. Horas antes de la apertura de puertas (20:00), una serpiente multicolor con los brazos y las frentes tatuadas con el nombre de su ídolo, ya esperaban a las puertas del Palacio de Deportes. Una multitud desbordante de energía que no cesaba de publicar fotos y frases de las canciones en las redes sociales como Twitter mientras esperaban para entrar.
Cada ruido, cada puerta que parecía abrirse, cada movimiento en la cola provocaba que el nerviosismo se abriera paso a través de gritos histéricos de chicos y chicas a partes iguales de todas las edades: a un lado, dos chicas de quince años, a otro, un matrimonio de cincuenta. Un público de lo más diverso unido ante un Melendi que aumentó la tensión del momento retrasándose quince minutos de la hora establecida (21:30).
Sin embargo, dos horas de concierto cubrieron cualquier rastro de desesperación por la tardanza, dolor de espalda por estar de pie saltando o picor en la garganta por cantar a toda voz todas y cada una de las letras. La aparición de Melendi dibujó miles de sonrisas en las caras de los asistentes, algo que, como en un espejo, podíamos ver reflejado en el semblante del cantante que, vestido de blanco y con un corte de pelo renovado tras su paso por La Voz, no cesaba de pasearse de un lado al otro del escenario, como si de un balancín se tratase.El repertorio estaba claramente pensado para no dejar a nadie con un gran sentimiento de abandono, pues, intercalando las canciones más significativas de su último disco, Lágrimas desordenadas, fue incluyendo canciones de discos anteriores para sus fans más arraigados. Abrió la noche con Tu jardín con enanitos, de este último trabajo, dejando para más adelante su single, con el mismo nombre que el álbum, que sin duda reavivó los ánimos y provocó que miles de chiquillas marcaran rápidamente un número en el móvil que dejaban ver claramente al levantar el brazo para que el sonido se captara con claridad: "Mamá".
Y es que la noche tuvo sus momentos divertidos, como la explicación del dolor al que Melendi dedicaba su canción Mi primer beso, y otros más sentimentales y tristes. La tortura de Lyss, una canción que el artista dedica a los abusos infantiles, despertó la emoción de todos, especialmente porque antes Melendi explicaba que entendía perfectamente los mensajes que muchos padres le dejaban en las redes sociales explicándoles que estando en el coche con sus hijos, siempre pasaban esa canción. Y por otro lado, Cierra los ojos, una canción sobre la droga que el mismo calificó de "terapéutica" en la entrevista que concedió a este periódico hace unos días. Atrapó cada uno de los corazones allí reunidos al explicar que llevaba cinco años sobrio mientras suplicaba a su público que no probaran nunca la droga.
Tras varias salidas del escenario y varios gritos de "¡Melendi!" y "¡otra!", el cantautor volvió con su sonrisa y varias canciones, terminando con Billy el pistolero, una canción de sus primeros discos con la que aseguraba que le encantaba cerrar los conciertos. Y así fue, las luces y la incipiente lluvia devolvieron al público a la realidad de golpe, como si todo hubiera sido un bonito sueño.
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