Gregorio Salvador | Obituario

Gregorio Salvador, el amante del buen sentido de las palabras

  • El filólogo y crítico literario granadino, referente mundial de lexicología y exsubdirector de la RAE donde ocupaba el sillón 'q' desde 1987, fallece a los 93 años en Madrid

Gregorio Salvador, en una imagen cuando le entregaron la Medalla de Andalucía

Gregorio Salvador, en una imagen cuando le entregaron la Medalla de Andalucía / Juan Carlos Muñoz

Gregorio Salvador, uno de los mayores académicos de la lengua española y uno de los grandes últimos lingüistas de su generación, falleció este sábado a los 93 años en Madrid. Uno de sus discípulos granadinos, el profesor José María Becerra, lo definía al otro lado del teléfono, con la voz entrecortada, como "un amante del buen sentido de las palabras, de la exactitud en las palabras, de la profundidad de éstas". Persona cercana y orgullosa de sus orígenes, el filólogo y académico fue un referente mundial en lexicología desde los años 80 en adelante. Además de un firme defensor del español anticipándose a su gran proyección en la actualidad.

El profesor nacido en Cúllar el 11 de julio de 1927 era experto en lexicología y dialectología. Este hombre de grandes inquietudes, en palabras de Becerra, "ha marcado líneas de investigación, sobre todo en semántica, muy importantes". Salvador ocupaba la letra q de la Real Academia de la Lengua desde el 15 de febrero de 1987, cuando tomó posesión de su silla con un discurso que trataba precisamente sobre esa letra y al que le respondió, en nombre de la corporación, su maestro Manuel Alvar.

"En nuestro siglo, Ramón Gómez de la Serna nos ha dicho en una greguería que "la Q de Quevedo se parece a él y tiene hasta su bigote perülán", y la Q minúscula, alzada a la linea del renglón, como un nueve espigado, se ha dibujado alguna vez como inicial de Quijote, fundiendo caligrafía e imagen y convirtiendo así la letra en trasunto del propio Caballero de la Triste Figura", explicó en su minucioso discurso de ingreso en la RAE donde no podían faltar las referencias literarias a la letra q.

En él texto también se vislumbraba su manera de ser y trabajar, siempre en equipo y con humildad: "En este otro abecedario de amor, de amor a la lengua española, en que se articula la Academia, me habéis señalado el lugar de la q minúscula. Y he querido hablar de esta letra porque, aunque tal adscripción se deba a un puro azar, desde el momento en que fui elegido vi una clara relación simbólica entre ese signo y mi presencia en esta casa. Es una letra minúscula; más, pues, de brega que de relieve, más de texto que de cabecera. Tiene además una concreta especialización, un limitado empleo. Y, sobre todo, nada vale por sí misma, si no la acompaña la u".

Entre sus obras filológicas cumbre destaca el Atlas lingüístico y etnográfico de Andalucía (ALEA) firmado a tres manos con su maestro Manuel Alvar y Antonio Llorente. "Es una obra esencial, primaria y grandiosa. Ha marcado unos linderos de investigación que han servido para que en toda España y en América se hicieran estudios parecidos", destacó Becerra, quien reconoció que la publicación del Atlas en 1959 "ha dado una relevancia al andaluz muy importante".

Salvador también publicó Semántica y lexicología del español (1985); Estudios dialectológicos (1987); y La lengua española, hoy, en colaboración con el también académico Manuel Seco (1995). Escribió igualmente obras de ficción, como Casualidades (1994), El eje del compás (2002) y Nocturno londinense y otros relatos (2006). A esos textos se suman sus recopilaciones de sus artículos en medios nacionales con títulos como El destrozo educativo (2004) y El fútbol y la vida (2007).

Defensor del español contra la inmersión lingüística 

El académico granadino defendió con ahínco el español y su expansión en el futuro (sobre todo en América), además de estudiar las hablas regionales. "Esto lo hacía en los años 90 cuando el español tenía 300 millones de hablantes. Ahora tenemos el doble. Ha sido un hombre con una proyección y clarividencia de la marcha del español en el mundo", reconoció el profesor titular del Departamento de Filología Española de la UGR.

En algún artículo, admitió Becerra, Salvador atacó seriamente la inmersión lingüística en Cataluña cuando el nacionalismo estaba en auge (hace ya más de 20 años). "Él lo entendía como un grave error de nuestra democracia y las consecuencias la estamos viviendo ahora. La inmersión lingüística se está trasladando a Galicia, las Islas Baleares y Valencia. En Cataluña ha dado el que hoy día el español deje de ser vehicular", zanjó. Ya es paradójico, escribía en su libro Lenguas, territorios y hablantes, que "sea España el lugar del mundo en el que hablar español se esté convirtiendo en un problema".

Una persona llana y cercana en las distancias cortas

A nivel personal, Becerra lo recordó como una persona "llana y cercana". "No fue una persona de pueblo, pero nunca renunció al pueblo y a sus orígenes. Se expresaba con una gran familiaridad y espontaneidad. Ha huido del boato. Era un hombre con el que se podía entablar amistad, que no rechazaba a la gente ni se sentía superior a nadie", destacó el profesor, que dice del filólogo que siempre supo trabajar en grupo con compañeros de profesión y con los alumnos.

El alcalde de Granada, Luis Salvador, subrayó en su cuenta de Twitter sobre la muerte de Gregorio Salvador que entraña la pérdida de "uno de los referentes intelectuales de nuestra querida España", al tiempo que expresó "el cariño y la admiración" hacia su figura entre las diversas reacciones suscitadas, sentimientos que ha dicho tener "toda la familia", después de aludir al filólogo y académico como "mi tío Gregorio Salvador".

El padrino de Arturo Pérez Reverte 

Junto al alcalde de Granada una de las reacciones más aplaudidas fue la del también escritor y académico Arturo Pérez Reverte, quien también en su cuenta de Twitter subrayó sobre Gregorio Salvador que era "el académico perfecto, tal vez, el último todavía en activo de los verdaderamente grandes". Pérez Reverte explicó que "durante 17 años nos sentamos uno junto al otro en las comisiones y en los plenos" y recordó que fue él quien dio la réplica a su discurso de ingreso en 2003. "Era mi padrino en la RAE, y uno de los hombres a los que más quise y respeté en mi vida", reconoció emocionado.

Otro usuario de la red social afirmó: "Creo que se ha ido de todos que quedaban, el más grande. Unacadémico de los de antes. Se nos ha caído el eje del compás. Pocos como él pueden enseñarnos a decir la palabra le-xi-co-gra-fía o contarnos las noticias del reino de Cervantes".

Doctor en Filología Románica, Salvador ejerció como catedrático de Lengua Española en las universidades Autónoma y Complutense de Madrid y de Gramática Histórica en las de La Laguna y Granada. Estas dos últimas le nombraron doctor honoris causa, distinción que le otorgó también la Universidad de Alcalá de Henares. El académico contaba, entre otros reconocimientos, con la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (1999) y la Medalla de Andalucía (2010). Además, fue bibliotecario (1990-1998) y vicedirector (2000-2007) de la Academia y ocupó la presidencia de la ASALE entre 1992 y 1998.

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