Ken Follet presenta entre viejos trenes 'La caída de los gigantes'

La novela es la primera parte de una trilogía sobre la historia del siglo XX

El escritor Ken Follet posa con su libro 'La caída de los gigantes'.
Elena Box (Dpa) / Madrid

21 de octubre 2010 - 05:00

Hace ya casi un mes que los lectores de Ken Follet devoran en todo el mundo La caída de los gigantes, el primer tomo de una monumental trilogía enmarcada en el siglo XX. Y qué mejor marco para presentar su nueva novela que retroceder 100 años en el tiempo paseando por los viejos andenes del madrileño Museo del Ferrocarril, en la antigua estación de trenes de Delicias.

El autor de Los pilares de la Tierra regresa a las librerías con los mismos ingredientes que le han llevado a vender más de 100 millones de libros en todo el mundo. Pero esta vez, en lugar de trasladarse a la Edad Media retrocede sólo hasta los albores de la Primera Guerra Mundial, retratando una época y las pasiones e ideales que movieron a sus protagonistas en un entramado de historias cruzadas, intriga y suspense.

Para Follet, La caída de los gigantes es "la historia de los lectores", y también la de su familia. Por eso, su objetivo es que se entienda "por qué ocurrió la Segunda Guerra Mundial, cómo consiguieron el voto las mujeres cuando nadie las quería en el poder y cómo la Revolución Rusa fue una falsa llama", señaló durante la rueda de prensa.

De ahí el título de la novela: esos gigantes que se desmoronan en el convulso primer tercio de siglo -explicó el autor- son los grandes imperios anteriores a la Gran Guerra (1914-1918): el austrohúngaro, el otomano y la familia real rusa. Y los héroes de la historia son los personajes "que abrazan el cambio y luchan por la libertad".

Follet es un conocido simpatizante del Partido Laborista británico -su mujer, Barbara Follet, ocupó incluso un escaño por los laboristas en el Parlamento de Londres- pero afirma que "no se puede hacer una novela si se usa un punto de vista político fuerte". Traicionar esta premisa sería "ser mal historiador y hacer mala literatura", señaló. Pero aunque su ideología no afecte a lo que escribe, reconoce que sus historias sí dejan entrever unos valores subyacentes. Unos valores "que todos podrían compartir".

Para contar esta determinante época donde se sientan "las bases de toda la civilización occidental", Follet ha necesitado un millar de páginas -"una novela así tiene que ser larga", dijo- y documentarse durante un año antes de escribir. Al contrario de lo que sucedía con la Edad Media, "de un primer ministro del siglo XX se sabe todo", por lo que tuvo que investigar meticulosamente qué hacía quién en cada momento. "He tenido que ser muy cuidadoso", sostuvo.

Sin embargo, todo lo contrario ocurre con sus protagonistas ficticios: "Nunca baso mis personajes en gente real", declaró, "pero uso pedacitos" de personas conocidas. El motivo está en la trama: "Construyo los personajes de forma que encajen en lo que quiero contar". Por eso le gustan tanto los espías, que "son muy útiles para contar cómo pensaba cada bando".

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