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"¡Su Majestad, el Blues!"

  • B. B. King asombra a más de 2.000 espectadores en su aparición en Vegas del Genil dentro de la celebración del Festival Tabaco Blues y demuestra una enorme fuerza en el escenario pese a su edad

Aún quedan los reyes. Y sólo serán destronados cuando les roce la muerte. Uno de esos reyes, B.B. King, demostró anoche en Granada por qué lo es. Y cómo lo es. Sentado en su trono en el centro del escenario, con su guitarra Lucille como centro, el intérprete norteamericano impartió una clase magistral de justicia musical que dejó al público -más de 2.000 personas congregadas en el recinto ferial de La Malena, en Vegas del Genil, sede del festival Tabaco Blues- embebido con sus canciones, con su estilo. Este rey está muy vivo.

B.B. King, estrella indiscutible del Tabaco Blues de 2010, estuvo precedido por los granadinos de Blues Fever y por Scott Mickeon, una de las grandes revelaciones musicales europeas de los últimos tiempos. Ambos dejaron al público listo para recibir a Su Majestad el Blues.

Rodeado por sus ocho músicos, algunos de los cuales llevan con él más de treinta años, sentado e inamovible en su silla en el centro del escenario, con una de esas llamativas chaquetas de lentejuelas y su pajarita, B.B. King derrochó simpatía y soltura desde el comienzo mientras iba desgranando sus viejos éxitos de siempre. No se prodigó mucho en larguísimos solos llenos de virtuosismo. El estilo de King es dar el toque perfecto, magistral, aquí y allá, hacer que su voz suene feliz ante el micrófono y conseguir que el público mueva los pies. Todo eso lo cumplió con creces el guitarrista norteamericano, uno de los grandes referentes de músicos como Eric Clapton, que siempre le profesó verdadera admiración.

Nacido en Mississippi en 1925, el destino de Riley B. King, hijo de un aparcero negro, era el de vivir hacinado en cualquier barrio marginal. Sin embargo, cuando escuchó cantar y tocar la guitarra al pastor de su iglesia, el joven decidió que lo que quería era ser músico. Cantante de godspel, para más señas.

Empezó su carrera como un músico callejero y el adolescente descubrió que conseguía más monedas tocando blues que cantando godspel en la calle. Se aplicó y se adentró en todas las técnicas de ese estilo de música, que en aquellos comienzos estaba bastante desprestigiado. En 1947, B.B. King, cuyo apodo viene de 'Blues Boy', consiguió su primer contrato y comenzó a grabar sus primeras canciones. Pronto se convertiría en un compositor de enorme talento. En los años sesenta, con el boom del Rhythm & Blues en Inglaterra y las versiones que grupos británicos, como los Rolling Stones, hacían de autores negros norteamericanos, el guitarrista se convertiría en uno de los grandes gurús de la música... Y hasta hoy.

B.B. King demostró anoche por qué continúa siendo una leyenda viviente y por qué tiene esa sorprendente capacidad para aguantar una gira: disfruta con la música porque sonríe cuando la interpreta. Y no sólo eso: el maestro exhibió una tremenda simpatía que desplegó por todas partes y una elegancia propia no sólo de los grandes genios, sino de los reyes. Un espectador, al verlo, exclamó: "¡Su Majestad, el Blues!"

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