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El fotógrafo Manuel Montaño exhibe en la Bienal de Sevilla sus retratos de Morente

  • La exposición muestra la evolución del cantaor a lo largo de 20 años a través del artista madrileño

El fotógrafo Manuel Montaño siguió al cantaor Enrique Morente durante 20 años y desde ayer expone en Sevilla (en la sala del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad), con motivo de la Bienal de Flamenco, algunos de los retratos que le hizo, pero antes llegó a dos conclusiones: el cantaor "era mejor persona que artista" y, "como San Juan de la Cruz, veía lo que los demás no ven". La comparación con el místico obedece a que se le adeuda el título de la exposición fotográfica Enrique, donde mana la fuente, una selección de 25 retratos, tres de ellos en los que está cantando, reproducidos en gran formato, todos en color.

Curiosamente, Morente no vio ninguna de estas fotos o, sólo una, como ha recordado Montaño (Madrid, 1967) con humor, un retrato en el que está con la boca abierta de par en par, cantando, con carácter, casi con furia, entregado, de modo que, al decir del fotógrafo, el cantaor, nada más verla, exclamó que le había recordado a Saturno devorando a sus hijos.

Y llegados a esta comparación, Montaño cierra el círculo con un retrato de Morente de un primer plano de su rostro, de frente -y, como dirían los flamencos, por derecho-, con un contraste de luces, sombras y contraluces, con una pelambrera desatada que evoca los retratos, los autorretratos, de Francisco de Goya y Lucientes.

Tampoco vio Morente las fotos de Montaño, porque, según el fotógrafo, "no surgió el momento" o porque Morente, pese a ser artista, encarnaba todo lo contrario del egocentrismo: "Alguien egocéntrico es un anti Morente", asegura.

El fotógrafo considera que "el arte tiene que ser verdad" y que Morente destacó por su generosidad, humildad, entrega y responsabilidad.

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