Arte

La sutileza de la pintura científica

  • Marisa Mancilla expone en la Galería Eldevenir 'Arriate', una muestra que podrá verse hasta el 18 de noviembre 

Marisa Manzilla expone hasta mediados de noviembre en la galería Eldevenir.

Marisa Manzilla expone hasta mediados de noviembre en la galería Eldevenir. / R. G. (Granada)

Marisa Mancilla es una de las artistas más serias de nuestro actual panorama plástico. Estoy convencido de ello. Lleva mucho tiempo ofreciendo infinita lucidez a un arte que tiene muchos registros y muchas cosas donde imponer criterios adecuados. Marisa lo lleva haciendo desde siempre, desde que era casi una niña y se formaba en la Facultad de Bellas Artes con los más grandes, aquellos profesores intensos, que sabían imponer una realidad que, en los comienzos es absolutamente necesaria. ¡Ojala en muchas Facultades de las que, ahora, existen, cerca y lejos de nuestras fronteras, se atuviese a una realidad distinta a la que ofrecen.

Los estudiantes saldrían más preparados y con menos pajaritos en la cabezas. ¿Verdad Carmelo Trenado? Después, cuando se fue del antiguo Manicomio granadino, para volver por la puerta grande más tarde como gran profesora y gestora de muchas cosas, empezaría una carrera que, pronto dio muestras de cosas grandes. Precisamente ahí la conocí yo, cuando obtuvo el Premio de la Confederación de Empresarios de la Provincia de Cádiz, uno de los Certámenes de Artes Plásticas que, durante quince años, tuvo un éxito significativo y se formó una colección de grandísimo interés -La Colección Sur- de la que forman parte importantes artistas granadinos, María Acuyo, Simón Zábell, Jesús Zurita, Joaquín Peña-Toro, José Piñar, el argentino afincado en Granada Miguel Ángel Carini y la propia Marisa Mancilla.

Ella dejó la impronta de una artista seria, que sabía muy bien lo que hacía y que daba forma plástica a una idea muy bien estructurada conceptualmente, de manera rigurosa y llena con todos los planteamientos formales que debe tener una pieza artística. Por eso, Marisa Mancilla no se queda en los efluvios mínimos de lo que no puede ser porque no se sabe muy bien si detrás de la mera disposición conceptual hay algo o se queda en nada o casi nada -que es lo que habitualmente encontramos en tantos episodios con infinitas carencias plásticas-. Ella nos ha demostrado que siempre sus prácticas se sustentaban en un bien organizado contenido y en un continente adecuado a lo que aquel disponía. Lo vimos en su fotografía y en sus poderosísimas instalaciones de sus "emplumados". Nada quedaba al arbitrio del azar; todo se sustentaba en una idea feliz y en un desarrollo acertado.

Una de las piezas de la muestra. Una de las piezas de la muestra.

Una de las piezas de la muestra. / R. G. (Granada)

Por eso me ha interesado siempre la obra de Marisa Mancilla. Ella nunca ha dado vacíos brindis al sol ni se ha dejado llevar por las ilusorias veleidades de argumentaciones pobres basadas en una aparente modernidad sin sustancia alguna. Toda esta apreciación se formula en esta última serie que ya hemos tenido la oportunidad de ver en alguna que otra comparecencia.

Exposición

En esta exposición vuelve a potenciar esa exquisita vena pictórica que siempre tuvo. Sus piezas son felices testimonios de un conocimiento claro del medio, ese que describe con acierto la realidad y, además, lo hace con soltura y fina maestría. Se vale de un patrimonio floral al que ella dota de una personal trascendencia plástica. Un argumentario festivo donde las plantas adoptan posiciones que se apartan, incluso, del propio sentido realista. Sus sutilísimas flores, escogidas de una flora cercana pero de poco recorrido estético, adoptan una mayor potencia visual, se moldean en un espacio voluble que abre máximas perspectivas. No estamos ante la típica pintura de florecitas; todo lo contrario, estamos ante un nuevo concepto representativo donde la forma plástica se vuelve más artística o se modula con un tiempo ilustrativo diferente. Su obra nos sitúa en los bellos manuales antiguos de botánica donde se representaba una flora con el más científico espíritu. Calidades estructurales y calidad artística, pasión ejecutiva y sutileza ilustrativa. Son piezas que transportan a un universo diferente a un 'arriate' donde se encuentra esa exquisita flor que, con la luz y el rocío, se torna caleisdoscopio de bellas formas.

En esta exposición nos encontramos una Marisa Mancilla más Marisa, más artista, que no se ha difuminado en las asentadas posiciones de una Facultad tantas veces acomodaticia. Todo lo contrario, ha buscado tiempo para seguir investigando, para crear un estamento que lleva su nombre propio, que se ajusta a los poderoso postulados de un arte sin resquicios; de una pintura personal e intransferible donde se manifiesta la verdad de ese arte en el que se cree y al que se dota de la mayor dimensión.

Marisa Mancilla sigue teniendo el mismo espíritu guerrero, inconformista y batallador de cuando era una jovencita recién licenciada. Ahora, en plena joven madurez, su trabajo tiene la misma dimensión generadora pero se ha asentado en los argumentos exactos, rigurosos y apasionantes del gran arte; ese que es especial, que guarda las esencias y transmite la emoción de la verdad del arte. Algo que no todos pueden decir.

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