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Nina Hoss cabalga por una Berlinale volcada en la tierra

  • Una película demasiado angosta defiende el pabellón alemán

El cine alemán entró ayer en competición en la Berlinale con Gold, con una Nina Hoss cabalgando en busca de oro por abruptas montañas canadiense, en un festival volcado en mostrar el valor de la tierra en tiempos de pioneros o ante los usurpadores del presente.

A Hoss, una "musa berlinesa" asidua del festival, le correspondió defender el pabellón alemán con una película angosta, única representante del cine anfitrión a concurso y compartiendo jornada con la rusa Dolgaya schastlivaya zhizn (A Long and Happy Life).

Fueron dos exponentes distintos de lo que el director del festival, Dieter Kosslick, anunció como uno de los ejes de la 63 edición de la Berlinale: el destino de los desarraigados del planeta, sea por propia voluntad o por designio ajeno.

Dirigida por Thomas Arslan, Gold se centra en un grupo de inmigrantes alemanes que, en 1898, pasan de Estados Unidos a Canadá, dispuestos a recorrer 2.500 intrincados kilómetros en busca de oro.

La misma Hoss que en 2012 interpretó a una médico acosada por la Stasi -policía política de la Alemania comunista- en Barbara o a la fantasmal Yella, dos años atrás, es ahora el centro de esos alemanes a los que Arslan mueve por las montañas.

A la hora de la proyección, entre un cúmulo de tópicos robados de cualquier western, empezaron a desatarse las impaciencias o carcajadas de los asistentes.

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