Rosario Villajos, escritora

Rosario Villajos: "Las relaciones familiares son lo más importante"

Rosario Villajos: "Las relaciones familiares son lo más importante"

Rosario Villajos: "Las relaciones familiares son lo más importante" / José Velasco | PS

Conversaciones en el centro es el título del ciclo que reunió este martes en la Biblioteca de Andalucía a Rosario Villajos y Munir Hachemi para establecer un intenso diálogo sobre sus universos literarios. El programa, organizado por el Centro Andaluz de las Letras, permite a distintos autores reflexionar sobre temas de actualidad e interés y en este caso unió a dos escritores vinculados a Granada.  

Trayectorias

Por un lado, Munir Hachemi se licenció en Filología Hispánica por la Universidad de Granada y posteriormente cursó un máster en Estudios Latinoamericanos y se doctoró con una tesis sobre la influencia de Borges en la narrativa española. Además de escritor y traductor, ha trabajado como profesor e investigador en la Universidad de Pekín. En 2018 Periférica publicó su novela Cosas vivas, traducida a varios idiomas, y en 2021 la revista Granata lo incluyó en su selección de los "25 mejores narradores jóvenes en español". En 2022 obtuvo el Premio Ojo Crítico de Poesía por su poemario Los restos (La Bella Varsovia). Acaba de publicar su última novela El árbol viene con la editorial Periférica (2023).

Por otro lado, Rosario Villajos (Córdoba, 1978) formada en Bellas Artes, ha trabajado en la industria musical, cinematográfica, artística y hostelera. Ha residido en Córdoba, Sevilla, Granada, Barcelona, Montpellier y Londres. Autora del cómic Face (Ponent Mon, 2017) y las novelas Ramona (Mr. Griffin, 2019) y La Muela (Aristas Martínez, 2021), este año se ha alzado con el Premio Biblioteca Breve con su novela La educación física (Seix Barral), que según el jurado posee una voz narrativa que explora su propia identidad a través del cuerpo y que, al hacerlo, recoge el sentir de una generación y lo convierte en una experiencia a la vez única y universal.

La novela

La educación física está ambientada a principios de los años noventa y dibuja el retrato de una adolescente marcada por una relación complicada con su propio cuerpo y por el rencor hacia un mundo empeñado en convertirla en culpable por el hecho de ser mujer. También pone en evidencia los relatos sobre los que se construyen los valores de toda una generación.

Dueña de una obra literaria y artística centrada en lo corporal, Rosario Villajos traslada en esta novela aquella educación sentimental con la que Flaubert retrataba la vida y época de un joven burgués en el siglo XIX al terreno de lo físico y defiende que el cuerpo es el campo donde se libran todas las batallas, donde se reflejan los miedos, las tensiones y las violencias de cada época. La educación física aborda temas como el de relación de las mujeres con sus propios, pero no es la única cuestión. 

-Ha comentado que la idea de la novela surgió de los cambios que estaba viviendo en la perimenopausia que le llevaron a evocar el tema de la relación corporal en la adolescencia. 

-Sí, me evocaba esa época de cambio drásticos. El tema de verte cada día más canas, más arrugas me recordaba mucho a la sensación de incomodidad con tu propio cuerpo que yo tuve en la adolescencia, cuando cada vez me veía más fea o algo así. Yo creo que creas una especie de dismorfofobia, hasta que te adaptas y conoces tu cuerpo. Ahora que creía que ya lo conocía, estoy teniendo esos cambios otra vez. 

-¿Esta época está resultando igual de compleja en ese sentido?

-Creo que no, pero porque no tengo tiempo de estar tan pendiente. Hay que trabajar y hacer un millón de cosas y en la adolescencia, que en principio estamos más livianas, porque se supone que no trabajamos -solo estudiamos y no todo el mundo- pues supongo que tienes más tiempo de pensar y de ponerte tensa. Pero seguramente que si yo no tuviera tantas cosas que hacer hoy en día y no estuviera tan entretenida, sentiría lo mismo que entonces. 

-La faja de la portada es un símbolo de la dismorfia fruto de ese canon de extrema delgadez pero, ¿también de protección?

-Sí, y más cosas. De hecho la persona que tiene la faja en la portada está bastante delgada. Es una faja de un anuncio. A ella no le hace falta. Creo que tiene más que ver con no mostrar lo que hay, con que no haya nada debajo y estar protegida. 

-Ahora sí hay un movimiento de body positive que era impensable en los años 90 en los que se ambienta el libro. 

-Y ahora también hay mucha hipocresía porque muchas de los que lo defienden luego piden que le hagan Photoshop en sus fotos. Hay gente que sí lo mantienen y lo hacen para tener su propia personalidad. A esas personas las admiro mucho. Sigo pensando que con las redes sociales, Instagram y todas esas aplicaciones que hacen para retocar el cuerpo, todavía queda mucho trabajo por hacer. 

-¿Lo conoces por tu trabajo como ilustradora para distintas industrias?

-Manejo bien esos programas y sé cuando una imagen está retocada. Al haber hecho Bellas Artes conozco gente que se dedica a retocar un vídeo clip entero. Y yo lo respeto también, si a mí me cuesta mucho aceptar mis cuerpo y mis cambios, con el sistema en el que vivimos claro que la gente quiere verse de otra manera. 

-Los años 90 fueron una época de esplendor económico pero en la novela ya hay algunos anuncios de la precariedad que vino después.

-En realidad he escogido los 90 porque es la época que mejor conozco de la adolescencia, pero esos mismos problemas de clase los vas a encontrar ahora también en gente que vive en la periferia y tiene menos que otros. 

-Además de la culpa, la familia es otro de los temas del libro y una de las constantes de tu universo literario, en este caso son cuatro miembros con unas relaciones disfuncionales.

-Las relaciones familiares son lo más importante. Al final te dictan que es lo que vas a hacer ya sea por oposición -no quiero parecerme en nada al sitio de donde vengo- o por repetición -porque no puedas evitar repetir aquello que has visto en casa-. Son determinantes, aunque la familia no pueda controlar con quienes se juntan sus hijos en un instituto y en esa edad tienen un peso muy grande.

-El rol paternal es el prototipo de padre ausente de los 90. ¿Cómo observa que ha cambiado la figura del padre?

-Pues no lo sé, la verdad, porque como no soy madre ni padre pero, por lo que observo, tampoco veo tantos cambios. 

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