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Sam Shepard se mete en la piel de Butch Cassidy en 'Blackthorn'

  • En la película de Mateo Gil rodada en Bolivia aparece también Eduardo Noriega

Algunos actores se funden con sus personajes, pero también hay personajes inspirados en sus actores, una simbiosis que se ha producido entre el dramaturgo e intérprete estadounidense Sam Shepard y el legendario forajido Butch Cassidy en Blackthorn, el western sostenido y filosófico de Mateo Gil.

Ya sucedió con Gregory Peck y su Atticus Finch en Matar a un ruiseñor; o con Liza Minnelli y su Sally Bowles en Cabaret. También con Mickey Rourke y Randy Robinson en El luchador. Pero ahora hay que sumar a Sam Shepard y su Butch Cassidy en Blackthorn.

"Ahora no puedo imaginar un Butch Cassidy que no sea él. Shepard vive una dualidad por ser un hombre intelectual que escribe textos dramáticos y a la vez un hombre que vive en un rancho, le gusta la naturaleza y trabaja con sus manos", explica Eduardo Noriega, su escurridizo compañero de fatigas en Blackthorn, recién estrenada en España y rodada en Bolivia.

Este western que resalta su filosofía sobre el inmaculado e implacable salar de Uyuni, tiene algo de pieza shepardiana. Como si fuera un Orson Welles que fagocita con su carisma El tercer hombre y le roba la autoría a Carol Reed, Shepard contagia esa soledad como victoria hacia un mundo de valores desmoronados en su nuevo filme.

Su Butch Cassidy no murió en 1908 junto a su inseparable Sundance Kid y no se parece a Paul Newman. Se ha replegado en el anonimato crepuscular, en una Bolivia donde la gente apenas habla y encajaría mejor en París, Texas, cinta que él escribió y que ganó la Palma de Oro, que en Dos hombres y un destino, la película más famosa sobre los legendarios bandidos.

"Este Butch Cassidy tiene la mirada nostálgica de un hombre mayor hacia su propia vida, y eso también lo tiene Shepard", describe un compañero y admirador, Eduardo Noriega, quien encarna a esa modernidad que no distingue entre el éxito del héroe y el del arribista.

Shepard, ganador del premio Pulitzer como dramaturgo por Buried child y nominado al Oscar como actor por Elegidos para la gloria, también ha encerrado sus gestas en un rancho en Minnesota, donde vive con Jessica Lange, y se diagnosticó hace años una alergia a lo mediático. Por eso, Blackthorn es, según su compañero Stephen Rea, lo más parecido a una sincera conversación con él.

"El gran mérito del filme es mostrar a Sam tal cual es: una criatura de ese paisaje en medio de Bolivia", asegura el actor irlandés, quien trabajó por primera vez con él en 1974 en el teatro en la obra Geography of a Horse Dreamer.

Desde entonces, mantienen una cercana y añeja amistad, así como una relación profesional que se ha traducido en obras como Kicking a dead horse ('Patear a un caballo muerto', frase coloquial que quiere decir 'hacer leña del árbol caído'). Los caballos, definitivamente, les unen.

"Él puede habitar ese paisaje de manera muy natural con sus caballos, con el movimiento y tiene un rostro que se ha convertido en un paisaje en sí mismo", según Rea, quien interpreta a su antiguo perseguidor y finalmente casi amigo Mackinley.

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