josé mercé. cantaor

"Se abusó del 'flamenquito' y de la fusión se pasó a la confusión"

  • El jerezano José Mercé actuará hoy en el Festival Lucero del Alba de Salobreña Interpretará temas de su último disco, 'Mi única llave'

La voz de José Mercé es una puñalada al aire. Su garganta es áspera y antigua, como recorrida por el agua. La cadencia de su conversación le delata: cantaor y jerezano. Todo inevitable. Procedente de una de las familias con más tradición flamenca de Andalucía, el cantaor advirtió hace dos décadas la necesidad de renovar el flamenco y acercarlo al gran público, lo que le valió su condición de agitador entre los más ortodoxos del género. Este sábado regresa al Festival Lucero del Alba de Salobreña con su último trabajo, Mi única llave. Por lo demás, despreocupado y alegre, Mercé ríe todo el tiempo. Como si cantara.

-¿Qué significa para José Mercé venir a tocar a Granada?

-Granada es una tierra flamenquísima a la que he venido muchas veces y que siento como mi casa. Aquí se entiende y se vive el flamenco, y se le da mucha importancia a la cultura.

-¿Qué ofrecerá al público de Salobreña este sábado?

-Voy a hacer un concierto de flamenco clásico, tradicional: el flamenco de siempre. El público es quien decide si sigo subiéndome o no a un escenario, así que estaré para cantar lo que ellos demanden.

-Está preparando una antología de flamenco para su próximo disco. Cuentan que habrá una colaboración con Bruce Springsteen.

-Propuesto está. Ahora mismo parece una utopía, pero puede que en cualquier momento hagamos un tema juntos.

-Usted siempre ha sido partidario de hacer un flamenco abierto y cercano. ¿Por dónde tiene que pasar el flamenco para hacerlo del siglo XXI?

-El flamenco es la cultura más grande que tenemos en este país. Su base y raíz son imposibles de crear de nuevo, así que lo único que podemos hacer es refrescarlo y hacer letras que la gente joven entienda. No podemos hacer mucho más: la música de raíz nunca está de moda. A veces estará más abajo o más arriba, pero nunca de moda. El flamenco es eterno.

-Entonces reconoce que es un género difícil...

-Muy difícil. No existen academias para el que no nace para cantar. La varita tiene que tocarte, vengas de donde vengas. Por muy aficionado que uno pueda ser, no será buen ejecutante si tiene que aprenderlo.

-Con su trabajo, ¿siente que ha hecho avanzar la historia del flamenco?

-Lo que sé es que he hecho lo que me ha dictado el corazón. A partir del año 96 comencé a hacer un flamenco más abierto con el disco Del amanecer, que fue el álbum más vendido de la historia del flamenco. A partir de entonces quise hacer cosas más cercanas y letras más cotidianas, pensando en jóvenes que nunca habían escuchado flamenco y que empezaron a raíz de mi música. De eso sí me siento muy orgulloso.

-¿Tiene sentido hablar de pureza del flamenco en 2014?

-Ningún sentido. Pero ni en 2014 ni en 1940. Lo que hace al cante puro, grande y ortodoxo es el intérprete. Si no hay intérprete, uno puede hacer un cante grande como la seguiriya o un cante pequeño como la bulería pero si no dice nada al público, ¿dónde está la gracia? Lo que hace el cante grande o chico es el intérprete.

-¿Qué ha aprendido después de tantos años de trabajo?

-Que cada día sé menos del flamenco. Es la grandeza de este género: al final me moriré sin conocerlo.

-¿Cómo mantiene el equilibrio entre la innovación y el respeto a los clásicos?

-Con esas cosas hay que tener cuidado y saber hasta dónde se llega. Hubo un momento en que se abusó de la fusión y del concepto flamenquito, y pasamos de la fusión a la confusión. Yo creo que lo más vanguardista es una guitarra y dos palmeros. Y dejarnos ya de tantos vaivenes y de ensuciar los temas.

-Usted ha sido nominado en varias ocasiones a los premios Grammy. ¿Revela eso el buen estado de salud del flamenco?

-Los premios Grammy es algo que hacen las multinacionales por obligación: poco se conoce por allí a los cantaores de flamenco. Por eso el premio se le da siempre a un guitarrista, que resulta más cercano que un hombre que canta por soleá. Es un reconocimiento internacional a medias.

-¿No ha cambiado nada en el flamenco, ni siquiera tras su declaración como Patrimonio de la Humanidad?

-El flamenco ya era conocido en el mundo entero. Y digo yo, ¿qué es lo que nos han dado ahora, el carné de artistas después de tantos años? Tras toda esta lucha, declarar el flamenco Patrimonio de la Humanidad no ha servido de nada. En España se hace muy poco caso a la cultura flamenca. Sin embargo, cuando salimos de nuestras fronteras se nos tiene máximo respeto. Recuerdo cuando Bono, el cantante de U2, le dijo a Rajoy: "Señor Presidente, a ver si voy a tener que hacer yo un disco de flamenco. A ver si ustedes se enteran de una vez de lo que tienen".

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