“Deseo que mi libro se convierta en un legado en el campo del diseño gráfico”
Héctor Velázquez deja testimonio en su obra de la evolución del diseño y la comunicación visual desde los años 70 hasta hoy
Luis Santisteban: la historia de Sierra Nevada en 413 páginas
Héctor Velázquez nació en Argentina, pero lleva muchos años afincado en Granada. Fue un auténtico pionero en el diseño gráfico en Andalucía y recientemente ha presentado su libro Memoria Gráfica, una obra que recorre una larga trayectoria profesional entre Buenos Aires y España, y que deja testimonio de la evolución del diseño y la comunicación visual desde los años 70 hasta hoy.
A través de este volumen, Velázquez comparte una mirada íntima, crítica e irónica sobre su trabajo y el entorno profesional en el que se desarrolló. Su relato, personal y comprometido, acompaña una selección visual cuidadosamente documentada que ilustra los cambios tecnológicos, sociales y estéticos que marcaron el diseño gráfico desde finales del siglo XX hasta el presente. Uno de los hitos más destacados de su carrera fue el diseño de la imagen corporativa y publicitaria de la Estación de Esquí de Sierra Nevada, una identidad visual reconocida internacionalmente y mantenida durante casi 25 años. Este proyecto, junto al resto de su producción, forma parte de un archivo gráfico personal de gran valor histórico y cultural. El libro está editado por Experimenta, que se encarga también de la venta del volumen.
Pregunta.¿Con qué propósito ha escrito usted este libro?
Respuesta.El propósito principal de esta publicación es preservar la memoria del diseño andaluz, evitando que se pierda con el paso del tiempo. Deseo que quienes la lean disfruten tanto de las imágenes como de los textos y reconozcan el valor de todos aquellos pioneros que luchamos por abrirnos camino en el mundo del diseño durante el siglo pasado. En lo más profundo de mi corazón, anhelo que Memoria Gráfica se convierta en un legado para las nuevas generaciones. Que los jóvenes descubran no solo cómo se hacían las cosas antes, sino por qué, y que al experimentarlo comprendan que la verdadera creatividad no depende de las herramientas, sino de la mente y del espíritu.
P.¿Qué cambios más significativos en la publicidad ha encontrado desde que usted empezó hasta ahora?
R.Comencé en los años 70, cuando todavía no se hablaba de diseño sino de propaganda. Éramos un grupo de pioneros que trabajábamos casi de forma artesanal: dibujábamos a lápiz y pincel con tinta china, utilizábamos témperas, recortábamos y pegábamos anuncios sobre cartones, rotulábamos con Letraset y hacíamos fotografías analógicas o diapositivas. Éramos verdaderos ‘todoterreno’. Con el tiempo, los logotipos y las tipografías comenzaron a ganar importancia en el marketing y en la identidad de las empresas. Los principales medios eran los periódicos, las revistas, las vallas publicitarias y la televisión en color. En los años 80 y 90 vivimos una auténtica explosión creativa: despertamos de un largo letargo y los cambios sociales y de mercado se reflejaron en campañas más libres, atrevidas y originales.
P.¿Y luego vino el mundo digital?
R.Efectivamente. Sin darnos cuenta, pasamos del mundo analógico al digital. Tuvimos que adaptarnos a un nuevo escenario: la llegada de los ordenadores, de Internet, de los teléfonos móviles, los portátiles y las tablets transformó la forma de comunicar. Hoy la publicidad vive en soportes interactivos donde el usuario participa: redes sociales, webs, aplicaciones… Todo esto ha permitido segmentar los mensajes y diseñarlos casi a medida de cada cliente.
P.¿Y se ha ganado en creatividad o se ha perdido?
R.Lógicamente esta tecnología nos ha servido para facilitarnos el trabajo. Sin embargo, echo de menos cierta chispa. Los mensajes actuales tienden a ser más simples, casi minimalistas; a veces tan neutros que uno no sabe bien qué le quieren vender. Quizás por eso recuerdo con cariño aquellos eslóganes que marcaban una época, como el inolvidable ‘la chispa de la vida’.
P.¿En qué momento se encuentra el sector?
R. Ya no estoy en activo, me jubilé en 2017, pero mantengo el contacto con colegas de profesión y con profesores de escuelas de diseño. Ellos me comentan que el sector vive un momento de crecimiento importante. Hay una nueva generación de jóvenes con ganas de aprender y dedicarse al diseño, ya sea gráfico, industrial o de moda, en todas sus especialidades. Lo esencial sigue siendo la formación. Hoy los clientes se preocupan más que nunca por la imagen de sus productos, por la identidad de sus empresas y por conectar de forma eficaz con el usuario a través de la comunicación publicitaria. Eso exige profesionales preparados, estudios y agencias capaces de estar a la altura de las demandas del mercado.
P.¿Está preparada Granada para los tiempos que vienen en temas de diseño?
R.Mire, es importante decir que actualmente en Granada hay mucho talento. Se respira ilusión, creatividad y una buena energía para el futuro del diseño. Sí está preparada. Sin duda.
P.¿Cómo cree que afectará la inteligencia artificial a esta dedicación?
R.Para mí, lo más importante es que el ser humano crea, mientras que la inteligencia artificial solo genera. Siempre he defendido que una buena idea debe empezar con lápiz y papel, nacida por motu propio, no de una máquina. Una vez que la idea existe, las herramientas digitales —incluida la IA— pueden servir para afinar detalles, hacer un retoque o analizar su posicionamiento. Pero el alma del proyecto tiene que ser humana. La inteligencia artificial, en malas manos, puede convertirse en una amenaza para la profesión. Hoy cualquier neófito puede usarla, incluso sin formación, y eso la convierte en un “arma visual” peligrosa. No todo lo que se produce es válido ni estéticamente bello; hace falta criterio y sentido crítico frente a la avalancha de imágenes que nos rodea. Sigo creyendo que lo manual, sigue siendo lo más auténtico y valioso. Para mí, el lápiz ha sido siempre el hilo conductor de una vida entera dedicada al diseño. Gracias al lápiz, soy lo que soy.
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