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El compromiso con la modernidad

Programa: Juan Cruz-Guevara, La mujer de la sombrilla, ópera de cámara en un acto con libreto de Francisco Joaquín Cortés.Dirección musical: Juan Cruz-Guevara. Dirección Escénica: José Vallejo Prieto. Dirección audiovisual: Paco Romero. Voces: Olvido: Mariví Blasco (soprano). Narrador: Tete Cobo.Ensemble: Taller sonoro. Figurantes: Belén Romero y Alfonso Lorenzo. Lugar: Teatro Apolo (Almería). Fecha: 04 de noviembre de 2011

La ciudad de Almería vivió el pasado viernes uno de los acontecimientos artísticos más populosos del año: el estreno absoluto de la ópera La mujer de la sombrilla del compositor Juan Cruz-Guevara. Se trata de una ópera de cámara en un acto basada en el libro del mismo título de Francisco Joaquín Cortés. Juan Cruz-Guevara ha sabido rodearse de un magnífico elenco artístico y de una producción sin tacha que, en su conjunto, han hecho de su primera ópera un éxito absoluto de audiencia y crítica.

La mujer de la sombrilla narra la historia de Olvido, una mujer afectada por la enfermedad de Alzheimer que contempla, entre la lucidez y la confusión, cómo su mente se deteriora. En dialéctica continua con su conciencia, la protagonista revive momentos del pasado, imagina ensoñaciones y se resiste a olvidar, un fatal destino al que, finalmente, no podrá escapar.

Para Juan Cruz-Guevara, la idea de componer una ópera de cámara respondía a varias motivaciones, aunque quizás la más importante sea la de adaptar este tipo de espectáculo escénico-musical a un formato fácil de ser exportado dentro de las necesidades y limitaciones del momento cultural actual. Esta ópera ha sido un encargo del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, y se ha estrenado dentro del Certamen Internacional Julián Arcas.

Producida por la Fundación Cajamar, La mujer de la sombrilla está llamada a ser un referente dentro de la música andaluza actual por muchas razones. En primer lugar, la postura creadora de Juan Cruz-Guevara parte de la necesidad de integrar todos los elementos involucrados de la obra; así, música, escena y material audiovisual están concebidos para ser un todo, un drama multiartístico. La partitura funciona a la perfección, dentro de un estilo de experimentación tímbrica que combina diferentes formaciones entresacadas de un ensemble de flautas, clarinete, saxofón, violonchelo, acordeón y una rica sección de percusión, que incluye instrumentos creados por el compositor como el ferráfono. Cada minuto de la partitura tiene un significado dentro de la acción dramática, siendo en sí una página psicológica y narrativa al mismo tiempo. Algunos momentos musicales, como la nana al final de la primera escena o la elegía de la segunda, destacan de entre la rica dialéctica sonora de la obra por su particular cualidad para sugerir emociones.

Igualmente interesante fue el trabajo de dirección artística. José Vallejo ha conjugado una serie de elementos de forma magistral. Por un lado, una escena minimalista deja espacio para que la cantante y el narrador se muevan libremente, con tan sólo una hamaca central en torno a la que se desarrolla la acción. Un paramento de sombrillas en vertical al fondo del escenario completan la escena de manera singular, pues éstas cobran vida dentro de la mente de la protagonista al proyectar imágenes evocadoras de sus recuerdos y sueños, distorsionadas por la superficie irregular de las sombrillas a modo de metáfora de la deteriorada mente en donde se generan. La conjunción de los elementos escénicos y audiovisuales generada por José Vallejo es perfecta, ideal para la partitura a la que acompañan. Cabe destacar el buen trabajo realizado por Paco Romero con las imágenes proyectadas.

En cuanto a la interpretación, ésta estuvo a la altura de los demás elementos. Mariví Blasco, sin ser una soprano acostumbrada al repertorio contemporáneo, resolvió muy bien el reto de representar a Olvido, con un registro extremo que requiere combinar voz hablada, declamación, recitado y voz plena en un papel de gran carga dramática. La cantante estuvo muy bien arropada en la escena por su conciencia, puesta en voz y gesto por el actor Tete Cobo. En cuanto a los músicos, el contar con Taller Sonoro fue una garantía de éxito y calidad.

En definitiva, podemos decir que La mujer de la sombrilla no sólo agradó a la audiencia que llenó hasta la bandera el Teatro Apolo de Almería, sino que además supone una revisión del género dentro de los presupuestos vigentes en la música actual, un compromiso con la modernidad que estamos seguros garantizará su consideración como obra de referencia en la música andaluza del siglo XXI.

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