“La cultura es lo que nos salva a cualquiera de una catástrofe”

Manuel Molina publica un poemario inspirado en el apagón y con el kit de supervivencia del Gobierno como hilo conductor

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El autor en una imagen promocional. / Arturo de Lucas

El 28 de abril, España se quedó a oscuras. Pero aquel momento, grabado ya a fuego en el imaginario colectivo, Manuel Molina Prados (La Zubia, 1989) “vio la luz”. El poeta, zubiense pero que responde a este periódico desde Madrid, donde trabaja ahora como profesor, vio en aquella situación el germen de Apagón (Franz, 2024), un poemario que toma como referencia el kit de emergencias propuesto por el Gobierno austriaco ante emergencias, que el granadino toma como referencia para componer cerca de medio centenar de poemas.

“En este libro el poeta, ante el apagón de lo político, comienza a hacer acopios de objetos que no sabe utilizar, pero también de poemas”, explica el autor, que reflexiona en cada página sobre las memorias que le evoca ese objeto, lo que le permite, por ejemplo, ante el saco térmico, evocar a su abuela, que le dijo “que estaba esperando la muerte y eso no era una metáfora”, se puede leer en el mencionado poema.

Apagón es el segundo libro de Molina Prados tras La Constitución de Uzupis (Franz, 2021). Entre ambos, tres años en los que el granadino ha experimentado con “hibridar y tensar la poesía” –de ahí que entre las páginas se puedan encontrar poemas más tradicionales, otros más cercanos a la prosa incluso algunas propuestas más rupturistas– al tiempo que ha tratado de “probar algunos elementos que hagan más fluida la lectura, como los cortes abruptos, los encabalgamientos”, relata al otro lado del teléfono.

Ambos poemarios, eso sí, constituyen, a juicio del poeta, los dos extremos, el alfa y el omega, de una misma realidad. “En el primero, se fundaba una utopía basándose en las leyes de la constitución de Uzupis, en Lituania, y ahora esa utopía ha sido ha sido destruida, y sobre esas cenizas, sobre esa ira, el poeta construye todo lo que es el apagón”, argumenta el granadino.

Esas mismas cenizas aparecen ahora en Apagón, donde Molina Prados fantasea con comprar Un saco de leña de encina a granel (10 kg) para “quemar todos los libros de apagón (sic) que no se vendan”, mientras que unas páginas antes menciona la pira en la que arden “las diez constituciones de uzupis que me quedaban para regalar y promocionar”.

El fuego está muy presente en este poemario, que “no tiene deudas con Endesa”, quien también recuerda a Pepe Carvalho –el detective privado surgido de la mente de Manuel Vázquez Montalbán, “un crack” para el entrevistado que, como él, comparte las inquietudes periodística– indultando el libro de Federico García , aunque “el fuego no indultó a Pepe”, se lee en el libro.

Pese a las no pocas referencias a libros en Apagón, el Gobierno austríaco no lo incluyó en esa lista que hizo para anticiparse al fin del mundo. Lo más cercano, un bloc de notas. “El libro también es un objeto de consumo y un objeto materializable”, explica el autor, quien resalta la quema de libros que se da entre sus páginas al tiempo que lamenta la ausencia de este elemento entre la lista. “Desde luego, la cultura es evidentemente lo que salva al poeta y lo que nos salva a cualquiera de nosotros de una catástrofe y lo que es la verdadera luz”, sentencia el zubiense sobre este asunto.

A Molina Prados, que reconoce en uno de los poemas escribir para impresionar a su abuela, aquel imborrable 28 de abril, le pilló en un hostal de la provincia de Toledo, a donde le llevó su profesión de docente para una sustitución. El poeta, aunque ahora sería más correcto definirlo como profesor, recuerda aquel día como una oda a la solidaridad entre personas: “aquel hostal donde yo dormía era también el bar del pueblo, y la mujer fiaba las cuentas, y la gente ayudaba a los que se habían quedado esperando el AVE, que nunca llegaba, o se habían quedado sin gasolina y no podía repostar”, rememora Molina Prados, para quien aquel día fue “maravilloso”, como consecuencia de una tranquilidad adquirida tras los momentos más duros vividos tras la pandemia por Covid-19.

Recientemente, el Gobierno español no descartó la posibilidad de que el país sufriese un nuevo apagón, pero Molina Prados sí descarta hacer algo parecido a una continuación de su poemario, pues actualmente está centrado en el mundo de los relatos, mientras continúa con su labor docente.

“Ante todo, no quiero ser agorero con esta situación”, se exculpa, “utilicé esa situación como un pretexto para construir lo poético”.

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