Letras

La difícil facilidad de Gloria Fuertes

  • Luis Antonio de Villena compartirá esta tarde su personal visión de la poeta y amiga en la conferencia que impartirá en la Madraza con motivo del aniversario de su nacimiento

Luis Antonio De Villena y Gloria Fuertes estuvieron unidos por una estrecha amistad.

Luis Antonio De Villena y Gloria Fuertes estuvieron unidos por una estrecha amistad. / G. h.

"En cierta ocasión, al sufrir un desengaño, pensó seriamente en el suicidio. "Fui al metro decidida a matarme. Pero al ir a sacar el billete ligué, y en vez de tirarme al tren me tiré a la taquillera". Cuando me harté de reír, le pregunté: "¿Puedo contar esto, Gloria?". "No. Ahora no. Yo vivo de mis libros infantiles, y estas cosas podrían asustar a los padres, que son los que los compran". Naturalmente, respeté su deseo".

El año que murió Gloria Fuertes, 1998, Vicente Molina Foix contó esta anécdota en un artículo que publicó en El País y que ilustra a la perfección el carácter de la poeta de Lavapiés. Es otro autor y amigo de ella, Luis Antonio de Villena, el que profundiza en muchas de las claves que encierra esta historia: su carácter depresivo y con tendencias suicidas; su interés por ocultar su faceta de lesbiana en la última parte de su vida; y su aparente ingenuidad.

"Fui al metro decidida a matarme pero en vez de tirarme al metro me tiré a la taquillera"

De Villena estaba unido a ella por una larga amistad que en un principio se cimentó sobre la admiración a su poesía. "Primero la conocí en los años 70, pero en esa época éramos solamente conocidos. Yo quizás estaba en otros caminos de la poesía. Luego, en el año 90, salió una antología en la editorial Torremozas, que hizo José Luis Cano, buen amigo mío. Es ahí cuando volvió a leerla y me gustó. También recordé algo que me había contado el propio Jaime Gil de Biedma: que él había hecho, sin poner su nombre, una antología pequeña en los años 60 de la colección Collioure, de Barcelona".

Villena explica que aquella publicación de 1964 fue un reconocimiento muy grande. "Era una colección pequeña pero estaba dominada por lo que se ha llamado el grupito de Barcelona de la Generación del 50 y ahí publicaban los poetas que se consideraban lo mejor de los mejor del momento".

El poeta cuenta que esa antología de Cano y el recuerdo del antiguo libro fue lo que propició la amistad entre ambos, el "conocimiento poético y humano": "Eso me hizo verla de otra manera y escribí un artículo sobre la antología de Torremozas. Ella me llamó para darme las gracias y me dijo que por qué no iba a su casa y charlábamos. Como hacía mucho que no la veía en persona, me apetecía. Y ahí empezamos a ser amigos".

La afinidad entre los dos se inció hablando de poesía pero cuajó charlando de cosas íntimas. "Si tu te mantienes contando sólo coas exteriores la amistad no puede fraguar. Empezamos hablando de la antología de Gil de Biedma y a partir de ahí ella me fue dando a entender de forma muy sutil pero muy evidente que era lesbiana, cosa que yo ya sabía".

Ese punto enlaza con uno de los aspectos de la anécdota de Foix: el hecho de ocultar su condición sexual. "En los años 70 ella lo había llevado mucho más libremente que luego en los 80 y 90. Lo tapó mucho porque era la época de los niños y ella temía que le hiciese mal que la poeta infantil (que es algo que le terminó haciendo mucho daño) fuese lesbiana".

Al mismo tiempo que su prestigio como gran autora y al menos esa cierta medida su libertad personal fueron mermando, creció su fama. "Pero se hablaba de ella como una poeta menor y un personaje curioso por su voz. Era la época de las imitaciones de Martes y trece".

Por todo ello, su fama tardía fue un arma de doble filo. "Todo eso a ella le gustó al principio porque le resolvió el problema económico que siempre tuvo, pero al mismo tiempo le quitó la reputación de poeta notable".

De Villena recuerda que esa fama y sobre todo el dinero que conllevó le llegaron ya de forma muy tardía, pasados los 60 años, por lo que toda casi toda vida estuvo marcada por los problemas económico. Aunque ella finalmente terminó por arrepentirse y abandonar esa faceta.

Por eso, comenta, una de las cosas que está buscando el Centenario de Gloria Fuertes es opacar ese lado infantil. "Ella tenía mucha facilidad para hacerse la ingenua, aunque no era nada ingenua, por lo que se le daba muy bien escribir para niños. Sin embargo, era una mujer muy dolida y muy doliente que había nacido pobre y había sufrido mucho entre otras cosas por esa sexualidad que un momento dado estaba preterida. Pensó muchas veces en el suicidio".

Pero a pesar de eso, como se observa en la anécdota de Foix, De Villena relata que Fuentes utilizaba el juego para desdramatizar, como en los versos: "Yo de pequeña quería ser puta/ y mi madre (que era muy beata)/ me pegaba cada vez que lo repetía". "Esta diciendo algo que es muy trágico pero como una especie de bromita, porque ella utilizaba una especie de retintín", señala.

Pero donde reside su mayor triunfo como poeta, para De Villena, es en "su tono personal inconfundible y muy fuerte, por encima de autores que parecen mejores y no lo tienen". "Cuando lees un poema inmediatamente sabes que es de ella. Y eso es lo más difícil de conseguir en poesía y en literatura en general".

Y esa "voz propia" es lo que califica como "coloquialismo doliente": "Eso suena a ella pero como ella misma hablando". Además, destaca la "difícil facilidad" de los versos de su amiga. "El que lee a Gloria Fuertes tal vez piensa que cualquiera puede hacer eso, lo que es tan simple de desmontar como decir: Si es tan fácil, pues hazlo tú".

Y esa amistad entre Fuertes y De Villena se prolongó hasta prácticamente la muerte de Fuertes, cuando la enfermedad les empezó a impedir sus habituales citas en casa de ella los domingos por la tarde. "Una vez coincidí con un sobrino en su casa y me dijo que no le interesaba nada porque había ido a verla sólo porque había partido de fútbol -vivía muy cerca del Santiago Bernabeu-. Daba la impresión que al sobrino no le importaba demasiado la tía ni a ella él. Por eso al morir no me extrañó que le dejara todo a Luz María Jiménez, poeta y directora de la editorial Torremozas".

A pesar de esa escasa relación con la familia, considera que la poeta no murió sola porque tenía amigos. Precisamente, la hija de su heredera, es ahora la presidenta de la Fundación Gloria Fuertes.

Y fue la heredera la que le contó al escritor que, si bien Fuertes siempre vivió de modo humilde, al final de su vida tenía mucho dinero, "lo que sucedía es que no lo usaba". "Todo lo que había ganado con los programas de niños, se lo dedicó a ellos. Esa cantidad ella la desglosó en la herencia: la parte del dinero que era suyo fue a la Fundación Gloria Fuertes y la otra, la que ella consideraba que había ganado vía niños, lo cedió a un hospital o una fundación para menores con problemas".

Al menos, para De Villena, el centenario ha conseguido que se empiece a valorar en su justa medida. "Hay gente que ha recordad ahora a esa señora que parecía un poco cómica y que era objeto de imitaciones de caricatos y se ha dado cuenta que se correspondía a una mujer que realmente era una poeta muy buena. Sus dos grandes amigos literarios eran Pepe Hierro y Cela, que le presentó el último libro cuando ya era Premio Nobel. Aunque para ese intento de rescatar su nombre más serio era ya tarde".

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