El doble turno de Jean Valjean

El musical de 'Los Miserables' arrancó ayer en el Palacio de Deportes con dos funciones Daniel Diges encabeza un montaje espectacular que estará en cartel hasta mañana.

El doble turno de Jean Valjean
G. Cappa

29 de noviembre 2014 - 09:07

Hacer doblete con un musical hercúleo como Los Miserables está alcance de pocas naturalezas y de pocas voces. Pero Dani Diges se metió en el tobogán emocional de su personaje de Jean Valjean con el entusiasmo que desborda en el escenario, en un plató de entrevistas o comprando el pan por la mañana. Visiblemente más musculado que cuando viajó al mundo Eurovisión para defender Algo pequeñito, se ha dejado también sus rizos en el camino para una interpretación de esas que se recuerdan pasado el tiempo. Y eso que, en los días previos, toda la información giraba en torno a las grandes cifras que mueve el montaje, con 37 técnicos, turnos de 24 horas para preparar la escenografía, once trailers, 90 toneladas de material, 30 decorados... Pero, cuando bajó el telón, todo esta información se diluyó en las voces de los intérpretes, que ganaron por goleada a todo el monstruoso aparataje de esta obra. El otro gran nombre del espectáculo es el antagonista de Valjean, el inspector Javert que interpreta Ignasi Vidal, un actor más que solvente con una carrera en el musical que comenzó en 1998 con Grease. Curiosamente, parece haberse especializado en el papel de `malo de la película', porque en su participación en pectador se traslada a una galera en la que los reos reman pidiendo piedad. Aquí, el espectador cinéfilo no puede evitar acordarse de Charlton Heston en Ben-Hur. En un espectáculo como Los Miserables es imprescindible que las peleas entre los personajes resulten creíbles. Para ello, se coreografía cada uno de los movimientos que hacen creer que los personajes están tomando parte de una trifulca en mitad de las barricadas. Y en esta escena se da una curiosidad sobre la que los fans de Los Miserables han preguntado en más de una ocasión, ¿por qué cambian la numeración del prisionero Valjean? Solo los muy seguidores del sucristo Superstar interpretó el papel de Judas. Ambos consiguieron que el que haya visto la reciente adaptación al cine, con Hugh Jackman en el papel del Valjean y Russell Crowe en el de Jabert, no saliera de la obra haciendo comparaciones odiosas. Ambos aguantaron la doble sesión de ayer con entereza aunque, seguramente, no fueron a un karaoke tras terminar pasadas las doce de la noche. Ambientada en la Francia revolucionaria del siglo XIX, Los Miserables cuenta una cautivadora historia de sueños rotos, amor no correspondido, pasión, sacrificio y redención. El excarcelado Jean Valjean es perseguido durante décadas por el implacable policía Javert después de que éste rompiera su libertad condicional. Cuando Valjean decide hacerse cargo de Cosette, la hija de Fantine, la vida de ambos cambia para siempre. En la primera escena, el esmusical conocen ese número y lo esencial de la idea es asociar un número al personaje como si no fuera una persona. Así que decidieron utilizar el 236 por ser los únicos números monosílabos en castellano. Así pasan del 24601 al 23623. Tal vez se trate, como aseguran sus promotores, del musical por excelencia, o tal vez no tanto, pero su eficacia como instrumento puesto al servicio de la épica, en el sentido más clásico del término, resulta incontestable. La producción que Stage Entertainment hace de la obra de Claude-Michel Schönberg y Herbert Kretzmer, con la coreografía de Michael Ashcroft y la dirección escénica de Laurence Connor y James Powell, pone en contrapeso la magnitud del asombro, con una babilónica maquinaria alzada en el teatro, y el gusto por el detalle, la concreción carnal y humana de los personajes en los que el drama adquiere su verdadero relieve. Lo mejor, de entrada, son los recursos que el musical ofrece para recorrer en imágenes La dirección musical del malagueño Díez Boskovich es digna del mejor funambulista, en consonancia con la acción hasta lograr un equilibrio digno del mejor funambulista. El virtuosismo se da manera tan natural que no parece tal, y aquí se encuentra su mejor virtud. No hay una sola voz fuera de su sitio, cada suspiro y cada gesto cuentan como engendradores de matices. Una muestra más de lo ambicioso del montaje, ya que los críticos de música de la ciudad llevan años maldiciendo en sus crónicas por la música enlatada que acompaña a todos los ballets que pasan por el Festival de Música y Danza. Y a fe que tienen razón porque, salvando todas las distancias, una orquesta en directo aporta una majestuosidad y, sobre todo, una verdad, de la que carece un disco, aunque sea de vinilo. Pero, además de todo esto, Los miserables es uno de los objetos escenográficos más admirables que se han visto en Granada desde hace mucho tiempo, no sólo por lo aparatoso de los elementos y la gracia con la que todos suben y bajan: también por la sobriedad y simpleza con la que la iluminación, sobresaliente, subraya cada transición. 4 1. Los artistas posan minutos antes del comienzo del espectáculo. 2. Los cambios de vestuario se realizan a contrarreloj. 3. La primera escena de la obra transporta al espectador a una galera. 4. Dani Diges, como el Jean Valjean carcelario, posa antes de entrar en escena Y es que, desde su estreno hace 29 años, ha sido visto por más de 70 millones de espectadores en todo el mundo, traducido a 22 idiomas y representado en más de 42 países y 319 ciudades. ¿La razón? Se trata de una historia atemporal cuyos valores perduran en el tiempo. Un siglo después los temas tratados en la novela de Victor Hugo aún siguen vigentes y en muchas ocasiones muy cercanos para el público actual: la lucha por la libertad, el coraje o la revolución del pueblo, una obra que, como diría Woody Allen, tras verla dan ganas de tomar La Bastilla. Ganador de más de 100 premios internacionales, Los Miserables conmovió al público en su primer día en Granada a través de un épico viaje de sueños rotos, pasión y salvación, con una historia que es un testamento atemporal a la supervivencia del espíritu humano. Así, Dani Diges pasa de ladronzuelo a acaudalado dueño de una fábrica y alcalde de Montreuil-sur-Mer. Y comienzan a aparecer las inmortales Fantine y Cosette, el joven galán Marius, Thénardier, quizás el más miserable de toda la obra ya que hasta el mismo inspector Javert tiene un último momento de debate interior. Curiosamente, el primer montaje que se pudo ver en España tuvo acento granadino, ya que José Tamayo, junto a Plácido Domingo, fue el productor de esta versión que se estrenó en 1992 en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid, en asociación con Cameron Mackintosh. Fue una apuesta arriesgada ya que el musical anglosajón no gozaba del favor del público español en aquel momento y el último título que había funcionado bien había sido Evita diez años antes. Sin embargo el éxito fue rotundo y el espectáculo se mantuvo durante dos temporadas, bajando el telón por última en 1994 después de 625 funciones y 657.000 espectadores. El montaje que se puede ver en Granada estos días se estrenó en 2010, esta vez con toda la producción a cargo de Cameron Mackintosh, para conmemorar los 25 años del musical a nivel mundial. Con algunos cambios en los papeles protagonistas, es un calco del que se puede ver en Broadway, un lujo que le ha costado 4,5 millones de euros a la productora, que por otra pare también es la responsable de El rey León. De hecho, a la entrada del Palacio de Deportes, los espectadores recibieron un papel que en principio parecía el programa de mano del espectáculo; al llegar a su butaca y desplegar las hojas, aparecía la publicidad del montaje que popularizó la expresión hacuna matata y que en la actualidad se puede ver en Madrid. Pero, al menos hasta el domingo, el lugar al que acudir para ver el musical más espectacular del momento es el Palacio de los Deportes de Granada.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último