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100 gramos, el peso de una mirada crítica

  • Antonio Collados y Patricia Garzón recuperan personajes y escenarios de la ciudad al tiempo que preparan ediciones monográficas sobre Planta Baja, el grafiti o las estatuas de la ciudad

21 gramos es lo que pesa el alma, según la película que protagonizó Sean Penn. Y como un libro lleva lo más profundo de muchas personas, el proyecto editorial de Patricia Garzón y Antonio Collados se llama 100 Gramos, lo que pesa cada página de sus publicaciones realizadas en copia digital. Comenzaron hace un año con un libro inevitable y casi una biografía sentimental, TRN en La Casa de la Palmera, una publicación en la que hacen un exhaustivo repaso por el proyecto que nació en 2011 como un centro cultural alternativo en pleno barrio de La Chana. Durante dos años se estuvieron programando actividades en una casa particular, concretamente la que Antonio Collados compartía con un amigo, en la que habilitaron un gran salón y, una vez mes, abrían su intimidad al público. "Invitábamos a personajes vinculados con el mundo del arte de diversas generaciones, artistas de cuarenta y cincuenta años junto con creadores emergentes, a los que pedíamos un proyecto específico para nuestra casa", explica Collados, editor y perfecto anfitrión que siempre tenía la cafetera a punto para recibir a las visitas.

"Muchas veces trabajamos por inercia y temeridad, sin saber muy bien dónde nos metemos para sea un proceso de aprendizaje, un concepto que tiene que ver con el amateurismo y los proyectos autogestionados; ya que no te van a dar nunca la oportunidad de dirigir una gran editorial, pues móntala tú mismo, se trata de poner un poco de cabeza y de pasión, y si además controlas la línea editorial y la edición te puedes montar en casa un proyecto con dignidad", explica por su parte Beatriz Collados sobre una iniciativa que está rescatando la cultura subterránea y a algunos personajes malditos de esos que nunca supieron qué es una subvención y nunca fueron recibidos en la zona noble de ninguna institución.

El segundo libro de 100 Gramos, Acaeció en Granada, repasa con textos e imágenes la trayectoria profesional y vital del agitador lojeño Miguel Benlloch. "Es un trabajo en el que se entrecruzan las políticas de género, los movimientos de resistencia y la práctica cultural activista con un sentido poético y performativo, es decir transformador de la vida", explican los editores sobre un trabajo que cuenta con un estudio preliminar de Mar Villaespesa en el que sitúa y relaciona el trabajo de Miguel Benlloch con los movimientos políticos y poéticos, cuestionado los engranajes de construcción del género, la memoria y la historia. Sin embargo, para muchos siempre será el visionario que fundó con otros dos socios la sala de conciertos Planta Baja, que todavía hoy se mantiene como un templo de la música alternativa y como el Rockola de Despeñaperros para abajo. "Empezamos a investigar fenómenos culturales de las últimas décadas en Granada que estuviesen al margen y fuera de plano, pero que hubiesen sido muy significativos", afirma Collados.

Después llegó Lugares al límite. El paisaje en transición de la Vega de Granada, donde mostraron los conflictos, complejidades y paradojas que está produciendo el encuentro entre el medio urbano y rural en Granada. "Invitamos a diez fotógrafos y artistas vinculados de maneras diversas a la ciudad a realizar una inmersión contextual en el territorio de la Vega para generar una investigación visual", comentan los editores sobre este choque entre el cemento y la Vega que se está librando en el entorno de la Circunvalación.

Su último proyecto acaba de ver la luz y es un estudio crítico de la revista Ka-Meh, una iniciativa que tuvo dos ejemplares de vida entre 1975 y 1977, pero quefueuna experiencia de agitación política y cultural desarrollada por un grupo de intelectuales afincados en Granada como José Carlos Rosales, Justo Navarro, Juan Vida, Julio Juste, Mateo Revilla, Juan Carlos Rodríguez, Javier Egea, Juan Calatrava, Mariano Maresca o Pedro Salmerón, entre otros. Nacida en el seno de la célula Antonio Gramsci de trabajadores de la cultura vinculados al PCE de Granada, Ka-meh se instituyó en un proyecto cultural y activista con el que estimular el debate sobre la situación política del momento y el papel del arte y la literatura en la construcción de una sociedad nueva.

Como destaca el profesor Fernando Guzmán Simón, "la publicación de la revista Ka-Meh supuso uno de los intentos más serios, aunque inevitablemente fragmentario, por difundir una nueva visión y función de la literatura de la Transición. Las dos salidas de la revista dirigida por José Carlos Rosales y Justo Navarro, en 1975 y 1977, evidenciaron la profunda y rápida transformación que estaba viviendo la sociedad española, en general, y granadina, en particular". Pero, ¿por qué dos jóvenes que no llegan a los 35 años se deciden a rescatar una revista efímera que creció y murió cuando ellos ni siquiera habían nacido? "Es el santo y seña de nuestra producción editorial, cosas del pasado que sirvan para el presente", contestan los responsables de 100 Gramos.

En este sentido, las páginas de Ka-Meh "incentivaron la necesidad de la relectura de la tradición, de reinterpretación de la historia y de reescritura de la poesía a partir de unos parámetros ideológicos distintos a los utilizados durante el Franquismo". Así que se imponía el proyecto de la reconstrucción cultural, "que comenzaba con negar la dialéctica franquista para escribir una nueva historia que abordase el futuro con otros ojos y con otras tradiciones", señala Collados sobre un proyecto en el que participaron unos jóvenes que, pasado el tiempo, se convirtieron en los vates de la cultura granadina.

100 Gramos ya va cogiendo peso editorial con una política en la que las tiradas se van haciendo conforme a la demanda a través de su web, www,ciengramos.com. "La editorial, igual que la Casa de la Palmera, es un espacio de reflexión crítica sobre la vida cultural de la ciudad", concluyen los editores que están consiguiendo estudiar la cara más oculta de Granada.

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