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Las manos de la música

  • El director granadino Pablo Heras-Casado se pone al frente de los Barrocos de Friburgo en un recital en el Carlos V en el que sonaron la 'Trágica' de Schubert y 'Sueño de una noche de verano' de Mendelssohn.

Como un hijo pródigo al que reciben con los brazos abiertos en su hogar. Así debió sentirse anoche el director granadino Pablo Heras-Casado en su actuación al frente de la formación Freiburger Barockorchester (Orquesta Barroca de Friburgo) en el Palacio de Carlos V, donde brilló con luz propia y demostró las razones por las que se ha convertido en poco tiempo en uno de los más prestigiosos maestros españoles en el mundo.

Lo peculiar de la orquesta, considerada uno de los grupos barrocos más destacados del panorama internacional y que interpreta las obras con instrumentos barrocos originales, así como la forma en la que Heras-Casado lleva a los músicos -dirigiendo con las manos, sin batuta-, fueron parte esencial del atractivo de una noche en la que sonó un repertorio fronterizo entre el mundo del Clasicismo y del Romanticismo: dos sinfonías tempranas de Schubert (entre ellas, la tan mozartiana como perturbadora Trágica) junto a fragmentos como Sueño de una noche de verano de uno de los compositores preferidos del director: Félix Mendelssohn, en la que brilló con luz propia .

Heras-Casado, que ha trabajado con igual acierto en teatros de ópera, grandes orquestas sinfónicas y conjuntos de música antigua, afrontaba "con pasión" el estreno de anoche, que sirvió además para que la Orquesta de Friburgo grabase en el Auditorio Manuel de Falla un disco con esas obras. Una aproximación "más filológica, más estricta", según el propio director aseguró el martes, en la que la orquesta realiza una interpretación más historicista del repertorio, con instrumentos de la época o réplicas de los mismos para buscar un sonido más real.

Y es que lo que hizo que en el concierto de anoche todo encajase a la perfección fue, precisamente, la formación de Heras-Casado, que comenzó su carrera al frente de La Cantoría -que bebía de las fuentes del Renacimiento-, y que le dio las claves para enfrentarse con igual acierto y pasión tanto a una partitura barroca como a una de música contemporánea.

Noche de reencuentros, de música en mayúsculas, de fuerza y, sobre todo, de deseos: el de tener muy pronto de vuelta en Granada a Pablo Heras-Casado.

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