Manuel Gare: de ingeniero a escritor con 'Comedia Española'

Granada sin ornamentos: la ciudad es la geografía emocional del joven autor, que se estrena en la novela con una obra mordaz y divertida

Ilu Ros: "Ahora no hace falta irse de España para trabajar como artista"

Manuel Gare con su novela
Manuel Gare con su novela / Antonio L. Juárez/ GPMedia
Daria Zelenska

Granada, 18 de agosto 2025 - 06:15

Manuel Gare (Granada, 1995) creció rodeado del inmenso patrimonio cultural de su ciudad natal. Allí cursó sus estudios universitarios en Ingeniería Informática. Pero fue durante el COVID cuando obtuvó el Máster de Literatura Inglesa.

Hoy vive y trabaja en Valencia en un equipo que organiza el Salón del Cómic y del Manga de Barcelona. En este nuevo escenario culminó su primer libro, Comedia Española, una obra que ya ha captado la atención de lectores y críticos. Su escritura es fruto de un cruce inusual entre la lógica de las ciencias exactas y la sensibilidad poética: una mirada fresca y profunda sobre el mundo que nos rodea.

El primer trabajo narrativo de Gare surgió en un momento de transición personal. Comenzó a escribir su novela a finales de 2022, pero tuvo que detenerse para terminar otro proyecto: un ensayo que acabaría convirtiéndose en su primer libro publicado. Regresó a la ficción en 2023, y describe el proceso de escritura como dividido en “dos etapas muy distintas: una más juvenil, otra más adulta”.

Esa doble perspectiva marca la estructura y el tono del libro. “Tenía ya casi 30 años cuando terminé de escribirlo. Ya no era un adolescente, pero tampoco sentía que hubiera llegado del todo a la adultez. Ese espacio intermedio es el que quería capturar”, comenta.

La novela se construye alrededor de varios personajes pertenecientes a diferentes generaciones: adolescentes, padres, abuelos. A través de ellos, el autor retrata los conflictos entre edades, los malentendidos familiares y las ansiedades que, aunque se manifiestan de manera distinta, se sienten muy similares por dentro. “Lo que me interesa es mostrar cómo los problemas cambian, pero la forma en que los sufrimos puede ser parecida”, dice Gare.

Granada como la referencia emocional

Granada sigue siendo para Gare su punto de referencia emocional y literario. En su novela, Granada no aparece como postal turística, sino como un espacio cotidiano: barrios obreros, institutos genéricos, calles sin nombre y madres que llevan a sus hijos al colegio mientras sus parejas trabajan. Una Granada reconocible, sí, pero también universal. “Lo que cuento puede pasar en cualquier ciudad española”, asegura.

La ciudad funciona como un fondo natural para los conflictos internos de los personajes, más que como protagonista. Para el autor, la geografía emocional —los lugares recorridos mil veces, los patios de colegio, las aceras de siempre— tiene más peso que los monumentos. Su novela es un mapa de vínculos invisibles entre generaciones, clases sociales y formas de vivir.

Turguénev, Dostoyevski, Lorca, King

Las influencias literarias de Gare son tan variadas como genuinas. De joven se formó con manga, cultura pop y autoras que abordaban los sentimientos desde la sensibilidad femenina. Más adelante, llegaron los clásicos. Stephen King también ocupa un lugar especial en su biblioteca, sobre todo por su capacidad para convertir lo cotidiano en inquietante.

Su obra bebe tanto de los clásicos —como Fiódor Dostoyevski, Padres e hijos de Iván Turguénev o el teatro de Federico García Lorca como La Casa de Bernarda Alba y Bodas de Sangre— como de elementos contemporáneos, incluyendo influencias visuales como el manga. El resultado es una novela híbrida, con humor, ternura y reflexión, donde el pasado y el presente conviven en una conversación intergeneracional.

Pero lo que más le interesa es cómo escribir de manera sencilla sobre lo que ocurre por dentro. "Me atrae la capacidad de algunos autores de explicar lo emocional sin retórica, de forma directa pero intensa". Esta búsqueda de autenticidad se refleja también en su forma de leer: prefiere el papel al libro digital, y su casa —como él mismo dice— "está llena de montones de libros a medio leer y otros esperando turno".

La conversación deriva también hacia el panorama literario español. Para el escritor, hoy es un buen momento para las voces nuevas: "Hay autores que se atreven a romper moldes. Por ejemplo, Luis Mario con Calabobos, o Laia Martínez, que aporta una frescura poética a la prosa".

Menciona también a Rosa Berbel y otras autoras vinculadas a Granada, así como proyectos independientes que abordan temas incómodos desde nuevas sensibilidades. "Me gusta La Hormiga, por ejemplo, que habla de las fiestas populares de una forma cruda, sin adornos. Es un libro que no habría existido hace unos años".

Aun así, lamenta la falta de referentes para la juventud: "Vivimos en un momento difícil, con el avance de la extrema derecha, con una sensación de guerra en el aire. Y muchos chicos no tienen figuras en las que mirarse". En este sentido, su novela también es un gesto de resistencia emocional. Una forma de seguir implicado, de no caer del todo en la indiferencia. "Sí, el mundo es difícil. Pero aún se pueden hacer cosas buenas. Aún podemos aspirar a una vida mejor", subraya.

La novela de Gare no solo es un retrato generacional, sino también una crítica sutil y a veces punzante al modelo social que heredamos. Aunque él mismo reconoce que no tiene una formación teatral formal, encontró en Lorca —y en especial en La casa de Bernarda Alba— una puerta de entrada emocional: “No lo había leído antes, pero su violencia contenida, la tensión entre los personajes, me impactó. Me ayudó a pensar en cómo estructurar emocionalmente mi libro”.

Su narrativa toma algunas reminiscencias teatrales, pero también elementos del cine. La historia oscila entre momentos casi cómicos y caídas trágicas, creando un tono ambiguo, que refleja las contradicciones de una generación sin certezas. En el centro de la novela están tres generaciones: los abuelos que no pudieron estudiar, los padres que aspiraban al progreso a través del trabajo y el sacrificio, y los hijos —la generación de Manuel— que hereda una promesa rota. “A nuestros padres se les vendió la idea del ascensor social: estudiar, esforzarse, conseguir un trabajo estable, una casa. Para muchos de nosotros, eso ya no existe”, dice. Frente a un mercado laboral precario y una vivienda inaccesible, su generación vive una ruptura no solo económica, sino también simbólica.

Este desencanto no se presenta en tono panfletario, sino a través de la vida cotidiana de sus personajes. La protagonista, por ejemplo, es madre y trabajadora, pero también alguien que ha sido educada en el ideal de que el esfuerzo garantiza seguridad. De pronto se ve sola, cuestionando ese legado, buscando formas más libres de vivir. “Es un personaje que rompe con el ideal heredado, con el modelo que le dijeron que debía seguir”, explica el autor.

La corrupción política y urbanística

Uno de los ejes centrales de la novela es la necesidad de fijar, a través del lenguaje literario, el clima de un tiempo. El autor no busca representar la realidad de forma directa, pero tampoco se aleja de ella: "La ficción me da libertad. Me permite hablar de cosas complejas sin que la novela se convierta en una crónica".

La historia transcurre en torno a 2012, justo cuando en Granada comenzaban a destaparse casos de corrupción política y urbanística. Aunque no se menciona explícitamente, este contexto es parte del paisaje emocional y ético del libro. "No hablo de un caso real, pero la atmósfera, la inquietud, las consecuencias… todo eso está presente. Es una forma de retratar un momento".

La novela entrelaza lo político con lo íntimo, lo generacional con lo cotidiano. Los personajes —tres generaciones— experimentan una desafección creciente hacia las estructuras sociales y políticas. "Hubo un momento en que parecía que el cambio político era posible —recuerda—, pero todo volvió a caer en la corrupción. Eso genera apatía, desconfianza, miedo".

Y sin embargo, subraya que no ha escrito un manifiesto, sino una búsqueda: "Es una historia sobre personas que quieren cambiar, quizá no el mundo entero, pero sí su mundo. Sobre quienes quieren avanzar y quienes se quedan anclados en el pasado por miedo o desesperanza".

Así es Manuel Gare: un escritor joven que transita entre lo íntimo y lo colectivo, entre el manga y el teatro, entre la adolescencia y la vida adulta, con una mirada limpia, curiosa y profundamente sincera.

stats