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Una noche de pop total y sincero

  • Lori Meyers y Vetusta Morla ofrecen en el Coliseo de Atarfe un mano a mano de buenas canciones, un impecable directo y muy buen ambiente que consiguió que el público se entregara a las dos bandas

Dos bandas amigas se dieron anoche la mano. Fue en el Coliseo de Atarfe. Los granadinos Lori Meyers y los madrileños Vetusta Morla compartieron escenario en uno de los conciertos pop más interesantes de los que se han producido en Granada en los últimos años. Ambas bandas demostraron por qué están donde están en el panorama musical del país y por qué tienen legiones de fans que son capaces de acudir desde Murcia para presenciar sus actuaciones. Fue una noche de exultante pop.

Le tocaba abrir fuego a los anfitriones, a Lori Meyers, una de las bandas españolas que mejor han captado la esencia musical de los años sesenta y han sabido traerla con su magia a los comienzos del siglo XXI.

Lori Meyers tienen su propio público y saben darle un potente directo. Venía con Cronolánea bajo el brazo. El último disco de la formación granadina es un paso más allá tras lo conseguido con Hostal Pimodán. Desgranaron un repertorio contundente, con unas magníficas voces y mucho buen hacer. El público quedó entusiasmado con canciones como Alta fidelidad, Luces de neón, Luciérnagas y mariposas o Tokio ya no nos quiere. La formación tiene ya muchas tablas, un repertorio muy bien ensamblado y mucha pasión por el directo.

Vetusta Morla, por su parte, es una formación que se ha trabajado el éxito con el sudor de su frente y de su bolsillo. Después de diez años en la carretera, el grupo decidió autoeditarse Un día en el mundo, un álbum que se ha llevado todos los premios habidos y por haber y que los ha catapultado a lo más alto. El sexteto de Tres Cantos está ahora donde jamás imaginó que llegaría.

En directo destaca sobre todo la personal voz de Pucho, un cantante carismático que, ante las delicias del público fue desgranando temas como Autocrítica, Rey Sol o Un día en el mundo para hacerse con los presentes y ponerlos a corear los temas.

Las melodías de Vetusta Morla se colaron por las gargantas del público y hacían que éste pareciese una parte más del grupo en piezas como Copenhagen o Desastre animal. Luego descargarían todo su repertorio en directo –Vida no hay mucha, La gravedad, Al respirar– que demostraban por qué el grupo está donde está y por qué los fans están entusiasmados con ellos. Fue una noche de pop total, de buena armonía, de muchas buenas canciones y de música absolutamente sana.  

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