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Un panorama de la diversidad

  • El 'Diccionario de fotógrafos españoles' que edita La Fábrica selecciona a algo más de una cuarentena de autores andaluces

Francisco de Leygonier (1812-1882) tuvo el olfato suficiente para valorar la novedad que entrañaba el invento de la fotografía y abrió en su ciudad, Sevilla, el primer gabinete comercial dedicado a este ámbito. Ese comercio que inauguró en 1843 no fue la única aportación de este profesional atento a los avances de su disciplina, que fue pionero en ofrecer cursos de la materia a sus conciudadanos y que importó el negativo a la albúmina. Leygonier es uno de los más de 40 autores que analiza el Diccionario de fotógrafos españoles. Del siglo XIX al XXI, un completo repaso a este arte que pone de manifiesto las distintas pieles que ha conocido el género, que ha servido bellas estampas turísticas, retratos comprometidos con lo humano y sofisticadas escenografías en las que se vislumbran múltiples lecturas. "En lo que se refiere al siglo XX, la larga nómina de autores incluidos refleja los diversos momentos de la fotografía española: pictorialismo tardío, la Guerra Civil, la renovación de la década de los 50 y los 60, el auge del fotoperiodismo, el ensayo fotográfico y la fotografía de ficción en los 70 y los 80 y el nuevo documentalismo de las últimas décadas", explica Oliva María Rubio, directora artística de La Fábrica, el sello que edita esta obra, sobre las etapas que abarca un volumen que apuesta también por "algunos fotógrafos jóvenes que creemos adquirirán relevancia en el futuro", añade la editora.

Entre los pioneros y los visionarios a los que se aproxima este trabajo destacan el sevillano de ascendencia francesa Emilio Beauchy (1847-1928), que supo captar con su cámara las escenas y los tipos de su tiempo; el jiennense Baldomero (Jaén, 1886-Madrid, 1958), figura crucial en la divulgación de la tauromaquia; o la saga de los Campúa (José Luis Demaría López, Jerez, 1870-Madrid, 1936; y José Demaría Vázquez, Jerez, 1900-Madrid, 1975), referentes del fotorreportaje en España. Igualmente imprescindible resulta la contribución del también jerezano Juan Comba García (1852-1924), historiador y artista que plasmó con su cámara las vicisitudes de su época, o del granadino Rafael Garzón Rodríguez (1863-1923), que supo identificar en las imágenes turísticas y en las postales un negocio hasta entonces poco explotado. El abulense afincado en Sevilla Juan José Serrano Gómez (1888-1969), uno de los maestros de la fotografía periodística en Andalucía, y el cordobés Antonio Calvache, que murió olvidado pese a la enorme celebridad de la que gozó retratando a personalidades de la sociedad y la cultura, son otros de los clásicos que forman parte de la selección.

Entre los grandes creadores andaluces que aparecen en el Diccionario están el sevillano Rafael Sanz Lobato (1932), reivindicado en los últimos años -obtuvo el Premio Nacional de Fotografía en 2011- por su sensible y apasionada visión de una España deprimida, humilde y entregada a sus ritos; Carlos Pérez Siquier (Almería, 1930), fundador del grupo Afal y que desde su serie sobre el barrio de La Chanca evolucionó hacia una investigación del color no exenta de una lúcida comicidad; el añorado Atín Aya (Sevilla, 1955-2007), virtuoso de la luz y de los paisajes, especialmente los humanos, inquietudes que encontraron su cumbre en su descripción de las marismas del Guadalquivir, o el almeriense Jorge Rueda (1943-2011), uno de los puntales de la vanguardia fotográfica en la región, que desde la revista Nueva Lente buscaría renovar una disciplina a la que él aportó la mordacidad de sus fotomontajes.

Entre las miradas que más se interesaron por el registro de lo cotidiano sobresale el tarifeño Juan Villalta (1928), que facturó espléndidas imágenes de fiestas populares y trabajos poco frecuentes en el imaginario del progreso, con un universo que no dista mucho del del también gaditano Fernando Herráez (San Fernando, 1948), retratista de la vida sencilla al que no se le escapaba el surrealismo de algunas costumbres. Más recientemente, Susana Girón (Huéscar, Granada, 1975), con su estudio de las mariscadoras de la Ría de Arousa o la historia de un jubilado que recupera objetos perdidos durante la batalla del Jarama, o la almeriense Marina del Mar (1963), con la búsqueda de la felicidad en los rostros de sus protagonistas, han seguido esa estela.

El Diccionario se detiene también en las apuestas formales de autores como José María Mellado (Almería, 1966), al que el libro define como "uno de los mejores profesores de fotografía digital en España", con una obra marcada por los acusados contrastes y su proximidad a la pintura hiperrealista; Alejandro Sosa (Coria del Río, Sevilla, 1951), con sus celebrados paisajes circulares que concentra en una única imagen; Jesús Micó (Cádiz, 1962), con las sugerentes escenas fragmentadas en las que indaga en los cuerpos y las vidas de sus personajes; Juan del Junco (Jerez, 1972), que enfrenta con inteligencia en sus imágenes los parámetros de lo humano y lo animal; o el malagueño Carlos Aires (Ronda, 1974), atraído por la extraña belleza de los parques de cruising o la fisonomía de los enanos toreros. Las arquitecturas imposibles del gijonés afincado en Sevilla Dionisio González o las célebres tribus urbanas de Miguel Trillo (Jimena de la Frontera, Cádiz, 1953) son otras estéticas que tienen cabida en el compendio.

El compromiso con la realidad vendría de la mano del Premio Nacional Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959), curtido en los conflictos bélicos y preocupado por los efectos que causan en los habitantes; o en la obra de otro cordobés, Rafael Trobat (1965), ayudante de Cristina García Rodero durante más de tres lustros y que ha dedicado casi dos décadas a reflejar la idiosincrasia de Nicaragua. En el itinerario hay además numerosos seleccionados que han desarrollado su carrera en la prensa, como el director del Centro Andaluz de la Imagen, Pablo Juliá (Cádiz, 1949); los cordobeses Uly Martín y Pedro Madueño o la gaditana Ana Torralva, especializada en el flamenco. Además, entre otros autores destacados que divulga el libro están el granadino y cada vez más reputado José Guerrero, con su reinvención del paisaje, y el almeriense Paco Peregrín, que ha demostrado una obviedad que a algunos se les resistía: que la fotografía publicitaria y de moda puede ser también otra forma de arte.

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