El principio de Arquímedes
Granada 10 - Aforo: lleno
Para darse cuenta del camino que ha tomado la carrera de Lori Meyers, y con ellos la avanzadilla de grupos de éxito supuestamente indies, esos cuyos nombres se repiten en los carteles de todos los festivales de verano, como si los programara un politburó soviético de cultura dirigida, efecto paradójico de la globalización capitalista, no había más que observar al público que abarrotaba Granada 10 hasta hacer impracticable el disfrute normal de un concierto. Un público no muy diferente del que suele poblar la discoteca un fin de semana cualquiera. Un hecho sintomático del transvase que se ha producido estos últimos años entre la música alternativa y la comercial.
Efectivamente, el indie es el nuevo mainstream, en un movimiento que explicó a la perfección el matemático griego Arquímedes de Siracusa en el S. III antes de Cristo. Desaparecida la música de la televisión, excepción hecha de la publicidad, reducto donde se pueden escuchar, siquiera fugazmente, las propuestas más audaces, y hundidas las radios libres, en parte por las luchas intestinas, en parte por su afán de convertirse en radio fórmulas con presunto criterio, la música independiente (entiéndase la etiqueta como definición estilística) la va comiendo la tostada a la comercial. El desmoronamiento de la industria y la caída demoledora de las ventas de discos ha acercado sin duda las dos corrientes, pero si además los grupos más vendibles, como es el caso, se van arrimando sin disimulo a los patrones comerciales, a día de hoy las emisoras generalistas entrevistan a Lori Meyers como ayer entrevistaban a Miguel Bosé, y utilizan su música para sus cortinillas como antes usaban las de La Oreja de Van Gogh. Después de unas producciones que sitúan la voz en primer plano, unas campañas de mercadotecnia perfectamente medidas, y los jugueteos del grupo con los sintetizadores y la electrónica amable (que han hecho a algún crítico decir de ellos que son los Fangoria heteros), tras demostrar sus dotes para las armonías vocales de aire sesentero de sus primeros discos, por si quedaba alguna duda, el grupo elije para presentar su nuevo trabajo una sala tan poco indie como Granada 10, donde sonido, visibilidad y luces eran manifiestamente mejorables.
Más allá de estas consideraciones, el concierto fue todo un éxito que se desarrolló según lo previsto, salvo por la desaparición del grupo Bisagra, que en principio iba a ejercer de telonero. Al menos así fue en la actuación del viernes, aunque fuentes cercanas a la organización confirman su participación para la del sábado, aún por celebrarse a la hora de escribir estas líneas. Con la puntualidad de un reloj suizo, y por tanto con una gran parte del respetable aún haciendo cola a la entrada, el ahora sexteto lojeño acometió las primeras notas de Intromisión y tras ella fue alternando temas escogidos de sus anteriores trabajos con los del nuevo Impronta, colocando los más flojos al principio y dejando los de mayor pegada para la parte final, en una maniobra calculada para ir de menos a más, entre las que sobresalían esos himnos para cantar a coro y para los que mantienen el olfato intacto: Planilandia, que ya lo es, o Luces de neón, con la que acabaron la primera parte del concierto a falta de los bises.
El tono festivo descendía con las baladas pero retornaba a su punto álgido con los temas más alegres, especialmente al final del concierto, con temas como Tokio ya no nos quiere, la única de su encantador debut, Viaje de estudios,junto con Ham'a'cuckoo con la que cerraron la noche, Mi realidad, Aha han vuelto, Emborracharme o Alta fidelidad. El enganche que provocan sus estribillos en los oyentes es tan innegable como liviano el poso que, cada vez más elocuentemente, dejan sus discos. Esperemos que pronto se cansen de probar con las trampas con las que todavía siembra la industria musical el camino de los grupos jóvenes y vuelvan a sus orígenes de sencillas pero irresistibles armonías. El que suscribe está seguro de que así será, pero no es más que la opinión de un crítico provinciano.
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