Millán Salcedo. Humorista

"Lo que no se puede es disfrazar la maldad diciendo que se hace humor"

  • Hace años que esta figura indiscutible de la televisión española se mueve por los escenarios teatrales, una etapa con la que recala este sábado en Guadix en el Mira de Amescua.

Millán Salcedo no es sólo la mitad de Martes y Trece, es actor, escritor, guionista, director e incluso pintor. Tierno, amable y divertido a partes iguales, no es de los artistas que reniegan de su pasado y este fin de semana llega a Guadix para ofrecer lo que el público espera de él, pero como él quiere ofrecerlo. Ese es en resumen En mis trece. Aunque la obra, como el intérprete, es mucho más compleja. "Venga pregúntame hermosa", espeta tras el saludo inicial.

-¿Qué puede encontrar el público en esta última obra?

-Hace nueve años yo me decidí a trabajar sólo y esta es una nueva entrega de esa etapa, otro homenaje a los pianos-bar, que me entusiasman, pero en mi línea, por eso le he puesto de nombre En mis trece, porque tiene gran preponderancia de mi personalidad. A estas alturas de mi carrera ya tengo mi propio estilo y donde me siento protagonista es haciendo mis propias paridas. Pero a través de una especie de ventanuco dejo entrar la realidad, y por eso la obra va evolucionando, se va nutriendo con acontecimientos de la prensa del corazón, política y económica...

-¿Cree que el humor necesita espacios pequeños, más íntimos?

-Yo lo voy buscando, y no quiero que no parezca que es algo sólo producto de los recortes. Uno de los detonantes por los que corté con Martes y Trece -aunque los más criticones dicen que nos llevábamos mal- es porque me resultaba una saturación y también porque actuábamos ya en campos de fútbol y plazas de toros. Y a mi eso me desborda. Nuestro discurso cómico se perdía en esa distancia. Donde la gente te ve tal y como eres es en teatro.

-Tan desbordado se sintió que estuvo 40 días ingresado por estrés.

-Yo me pasé de rosca porque no podía responder las 24 horas del día al público. No quería decepcionar a nadie. Eso lo voy a tener para siempre, pero allí me di cuenta de que debía quitarme cosas de encima y una de las que me hacían daño era tanta presencia mediática. Ahora disfruto esta profesión como nunca porque hago bolos de vez en cuando y, chica, que quieres que te diga, miel sobre hojuelas. Mucha gente me pregunta: ¿por qué no sales en la tele, que a tu compañero se le ve mucho? Josema quiere hacerlo, pero con todos mis respetos siempre les digo lo mismo: gracias pero lo que prefiero es el directo, que es donde realmente puedo dar la medida.

-Entonces estará usted de acuerdo con lo que dijo a este diario otro humorista, Julián López, de Muchachada Nui, quien comentaba que nadie está haciendo reír las 24 horas del día, excepto Sarkozy.

-Sí (risas), pero pasa que cuando eres mediático y estás en la cresta, todo el mundo te demanda eso. Llega un momento en el que nos olvidamos que somos seres humanos. Por eso fue necesario cortar. Y eso no quiere decir que me vaya a arrepentir nunca de ser uno de los de Martes y Trece. Eso no lo puede decir cualquiera, sólo tres: Fernando Conde al principio y luego Josema Yuste y yo.

-Su currículum es, como ha dicho usted, "historia viva de venta en DVD". Pero ha sido de todo fuera de Martes y Trece: director, guionista, escritor, actor...

-Mi madre me decía que era aprendiz de todo y maestro de 'na'. Es verdad y creo que picotear está bien. Yo tengo alma de gallina.

-REM ha llegado a decir que tenía aborrecidas sus canciones más famosas y odiaba tocarlas en sus concierto.

-A mi no me ha pasado pero comprendo a la gente que le ocurre: si los músicos tienen que repetir todos los días las mismas canciones llegará un momento en que las tendrán viciadas. Y eso es lo peor que le puede pasar a un artista, tener viciada una canción o un sketch. Cuando pegamos aquel pelotazo de lo de la empanadilla de Móstoles, luego no lo volvimos a hacer nunca más en televisión.

-Algunos como Gila siempre repetían y nunca se cansaron.

-Sí, pero a Gila que nadie me lo toque, porque yo por Gila M-A-T-O. Este hombre además de tener una bis cómica brillantísima hizo unos textos que, aunque tienen cien años, siguen vigentes hoy en día. Es una universidad del humor.

-En sus personajes femeninos tuvieron un toque cómico inconfundible que fue dejarse los calcetines ejecutivos y los castellanos de hombre. ¿De quién fue esa genialidad?

-Pues de la comodidad (risas). Yo decliné ir a Tu cara me suena porque quiero ser honesto conmigo mismo y hago parodia, no imito. Si me toca hacer de Tina Turner y me dicen que no me van a poner un helecho en la cabeza, me colocan tacones y tengo que hablar un inglés perfecto, entonces me van a poner un cuatro.

-Una sus últimas incursiones en televisión, 'El pueblo más divertido', fue con Mariló Montero, que tiene muchísimas críticas en internet y redes sociales. ¿Estaba al tanto de ellas?

-Esa ha sido una experiencia bastante pobre de la que estoy un poco decepcionado porque después de tantos años sin hacer televisión me surgió la posibilidad de hacer un programa familiar. Aquello me gustó mucho, pero me sentí bastante engañado. Realmente querían una maciza y no un copresentador. A mi desde luego no me han dejado hacer lo que yo hubiera querido. Igual el programa que yo hubiese dirigido te habría gustado menos, pero no habría sido así. Y, en cuanto a Mariló, bueno, que le vaya bien, que le vaya bonito.

-La creatividad en Twitter o Whatsapp ante cualquier hecho es increíble. ¿España es un país de humoristas aunque no se dediquen profesionalmente a ello?

-El carácter latino tiene chispa y desde luego la inventiva y la picaresca están siempre ahí. Lo malo es que algunos que tienen tanto talento lo dediquen en vez de a hacer crítica, a criticar. Me da la impresión de que estamos demasiado malvados. Hay cadenas televisivas que nunca sabremos el daño que están haciendo. Vamos a ver si impera el buen gusto y no se sigue disfrazando la maldad diciendo que se hace humor.

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