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Los seres que habitan a Mikel Izal

  • El líder y cantante del grupo Izal presenta su libro de relatos 'Los seres que me llenan', una obra en la que da rienda suelta a un imaginario de tintes kafkianos

Tras la conferencia sobre el libro, el pamplonés tuvo una sesión de firma de libros en la Fuente de las Batallas.

Tras la conferencia sobre el libro, el pamplonés tuvo una sesión de firma de libros en la Fuente de las Batallas. / alex cámara

Como si se tratase de una de sus entradas a los escenarios con su grupo, Mikel Izal cruzó el umbral de la caseta de presentaciones de la Feria del Libro ayer entre aplausos y gritos de emoción. Quince minutos antes de que diera comienzo la puesta de largo en Granada de Los seres que me llenan, el libro de relatos del pamplonés, la gente ya deambulaba por las inmediaciones del lugar esperando a que finalizase otra presentación para poder coger los mejores sitios, los que dejaban a Mikel Izal a menos de un metro del público. Esa distancia adecuada -que diría Cristina Rosenvinge- ni se sueña en un macro concierto del grupo indie que él lidera.

La tercera edición del ciclo Música y Libros acogió ayer esta presentación, a cargo de Andrés López de Niños Mutantes y que estuvo cargada de sentimiento fan, tanto por la faceta de escritor como por la de músico del cantante. La música y la literatura son dos cosas muy diferentes, dijo el pamplonés, "en mis canciones expreso conceptos más amplios y generalistas. Sin embargo la prosa te da las herramientas para poder profundizar y entrar en maticesy desarrollar al fin y al cabo esa chispa de una forma mucho más detallada", matizó. "En ese sentido para mi son dos mundos que casi ni se tocan, creo que en mi cerebro tiene un interruptor para el cambio". En cuanto a la creación musical, este escritor novel, dice que la vive "de una manera muy distinta a la de un relato", aunque "las dos cosas me aportan felicidad, que es basicamente lo que siempre busco cuando hago algo".

Para este hombre que roza los dos metros, alcanzar la alegría en todo lo que hace es su gran meta. "Para mí el momento de felicidad suprema es cuando escribo una canción y la escucho al día siguiente y me gusta", e igual pasa, dice cuando escribe en prosa.

El final de los relatos que conforman Los seres que me llenan son siempre sorprendentes. Cuando se leen, instintivamente las ganas se desplazan a devorar los últimos párrafos, que guardan en sus recovecos los fuegos artificiales de la historia. Al crear un relato, cuenta Mikel Izal, tiene la imagen completa en su cabeza siempre. "Sé lo que va a pasar y sé como acaba, sé como lo voy a retorcer para terminar con un final en alto, cosa que creo que es un pequeño error porque es muy recurrente, pero es lo que se me viene siempre a la cabeza". Y aunque nadie duda de que la fórmula funciona, reconoce que se queda con ganas de dejar un relato morir en la orilla, que no lleve a ninguna parte.

No hay duda de que cada autor pone un poquito, o mucho, de su sangre y su ADN en lo que escribe y aunque Izal dice que hay muchísima inventiva en este libro, bromea diciendo que los ombligos le dan "exactamente igual" -en alusión a la enfermiza obsesión de uno de sus personajes- pero dice creer que "se desnuda uno mucho más en prosa que en verso. Las canciones tienen muchos más refugios donde meterte y la gente no sabe de qué estás hablando. Quizás ese sea uno de los ingredientes mágicos de la música".

En cambio, habla de literatura, dice que "normalmente cuando una lectura te llega y te la crees es porque creo que tiene bastante carga autobiográfica. Hay detalles, historias y situaciones que son muy difíciles de generar si no te han pasado o no te las han contado con detalle".

Dice desnudarse mucho más en un libro que en el trabajo musical y que tiene la certeza de que los relatos le dejan completamente al descubierto, y matiza: "Lo que pasa es que no tengo por qué decir qué es real y qué no". Añade además que el complejo de 'músico intruso que escribe' se lo está quitando poco a poco porque está muy contento con lo que crea y que decirlo "no es una manifestación poco humilde, es algo que todo artista tiene que tener en la cabeza".

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