Artes plásticas

La vida en imágenes de Aurelia Navarro

  • La Casa de los Tiros acoge hasta el 7 de noviembre la primera muestra individual dedicada a recuperar la trayectoria artística de la pintora granadina

La vida en imágenes de Aurelia Navarro

La vida en imágenes de Aurelia Navarro

El ninguneo de la Historia del Arte, como la de la Literatura, hacia las figuras femeninas relegadas o directamente olvidadas se ha visto empujado recientemente por un movimiento de signo contrario. Así las cosas, en los últimos años han proliferado las iniciativas dispuestas a recuperar esos nombres injustamente tachados por su género a pesar de sus aportaciones. El último de ellos llegó este viernes a Granada en forma de exposición: más de 70 obras inéditas pertenecientes a colecciones familiares pueden verse en el Museo Casa de los Tiros en la primera muestra individual dedicada a la pintora Aurelia Navarro. Bajo el título La poética de la intimidad, la colección pretende rescatar su obra y su figura a través de un recorrido que muestra su evolución como artista y como mujer.

Todas las instituciones han sumado esfuerzo en esta tarea y en la organización de la exposición–que estará abierta hasta el próximo 7 de noviembre– han colaborado la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico, la Diputación de Granada y la familia de la artista, según ha informado la Junta de Andalucía.

La iniciativa intenta rescatar la figura y la obra de una artista que sí fue reconocida en su tiempo pero que después cayó en el olvido, tal y como explicó este viernes en rueda de prensa el delegado de Cultura, Antonio Granados, quien agradeció a la familia y la comisaria, Margarita Illán, el esfuerzo realizado.

Aurelia Navarro (Pulianas, Granada, 1882-Córdoba, 1968) constituye un caso de particular interés en la escena artística española de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Por una parte, su itinerario profesional representa el de otras artistas coetáneas –muchas de ellas aún poco conocidas– que, pese a los obstáculos derivados del hecho de ser mujeres en una sociedad marcadamente patriarcal, consiguieron desarrollar su vocación.

Por otra, destaca la valoración de su talento creativo por parte de la crítica coetánea que superó, de forma generalizada, el sesgo sexista con el que habitualmente se juzgaban las obras hechas por las artistas.

La trayectoria artística de Navarro fue tan breve como intensa y alcanzó su plenitud con apenas 26 años, lo que auguraba una prometedora carrera como pintora que, sin embargo, fue languideciendo paulatinamente en la segunda década del siglo XX y fue prácticamente abandonada en 1923, cuando ingresó en el convento de las Adoratrices.

Después, tras haber obtenido el aplauso de sus contemporáneos a comienzos del siglo XX, la historiografía artística ensombreció su figura hasta hacerla desaparecer y hubo que esperar a estudios recientes para que fuera rescatada del olvido histórico y para que fuesen valoradas sus aportaciones al arte español de las primeras décadas del siglo.

El proyecto expositivo que se presenta carece de precedentes, ya que es la primera vez que se plantea una exposición individual sobre Aurelia Navarro. El programa supone la primera muestra sobre Aurelia Navarro y pretende saldar la deuda pendiente contraída por la historia del arte con la artista, con un acercamiento en profundidad a su personalidad creativa y al conjunto de su producción pictórica.

Así hace un recorrido cronológico en el que se ve su evolución, desde una primera etapa llena de retratos femeninos más cercanos al costumbrismo a una segunda sala que concentra sus cuadros de paisajes y flores para llegar a una tercera sala en el que puede verse su Desnudo de mujer, la obra más celebre de la granadina en su día y desde que se recuperase recientemente entre los fondos de Diputación también.

La primera sala titulada Miradas en femenino, contiene por tanto sus retratos de niñas, adolescentes y mujeres de mirada penetrante e incisiva, que en palabras de la comisaria describen “sus individualidades mediante sutiles matices afectivos”. Y, de forma sobresaliente en esa producción, sus autorretratos “que le permitieron profundizar en la captación de sus aspectos anímicos y psicológicos”. “En ellos, Aurelia Navarro se representó a sí misma con una franqueza descarnada, evidenciando su carismática personalidad”.

La segunda sala, la de las Naturalezas vivas, recoge las escasas pinturas en las que abordó las representaciones de flores y bodegones que evolucionaron desde representaciones convencionales en floreros a otras en plein air, en las que fusiona el género tradicional y el paisaje, por el que manifestó un profundo amor.

Y la tercera sala y la que contiene las obras de mayor formato es aquella que contiene ese “universo de personajes femeninos” con un denominador común: “Todos reclaman un espacio propio en el que preservar su intimidad”. Según la comisaria, “mujeres en soledad sumidas en sus pensamientos o en la lectura de un libro”, como Desnudo de mujer, en el que la protagonista exhibe su expresión “complaciente” mientras observa su propio cuerpo en un espejo.

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