Exposición

El vínculo indisoluble entre Ayala y Granada

  • Una muestra en el Palacio de las Niñas Nobles recorre a través de libros, objetos y sobre todo fotos la relación entre la ciudad que lo vio nacer y la vida y la obra del escritor

El vínculo indisoluble entre Ayala y Granada

El vínculo indisoluble entre Ayala y Granada / Jesús Jiménez Hita (Photographers) (Granada)

"Aunque sólo he pasado en Granada los primeros dieciséis años de mi vida, siento que soy muy radicalmente granadino en la rara mezcla de despego y nostalgia que compone mi actitud hacia la ciudad”. Así relataba Francisco Ayala su vinculación con la ciudad en la que nació y que ahora le rinde un homenaje a través de una muestra que puede verse hasta junio en el Palacio de las Niñas Nobles.

En este espacio que en la actualidad depende del Patronato Provincial de Turismo fue el parvulario del escritor que luego sería una de las figuras cumbres de las letras granadinas. Pero son muchos los rincones de la ciudad con los que guarda relación la vida o la obra ayaliana, y esta exposición realiza un recorrido por todos ellos. La Granada de Francisco Ayala es el título de la muestra, organizada por la Fundación Francisco Ayala con la colaboración de la Diputación de Granada.

Un centenar de cuadros, objetos y sobre todo fotografías que rinde homenaje a aquel niño nacido en la calle Cristo de San Agustín el 16 de marzo de 1906 y que llegaría a convertirse en un clásico vivo de la literatura española que recibió numerosos homenajes en su ciudad y fuera de ella. El pintor Juan Vida es el coordinador y responsable del diseño de la muestra, que estará abierta al público desde hoy hasta el próximo 10 de junio (de 10:00 a 15:00 horas, de lunes a sábado).

La exposición, organizada en orden cronológico y que también podrá disfrutarse on-line a partir del día 30 de abril enlace www.lagranadadefranciscoayala.es, está dividida en seis secciones que se distribuyen en las tres salas del espacio expositivo.

En la primera parte, El paraíso, 1906 -1922, se describe el paisaje geográfico y humano de la infancia y la adolescencia de Ayala. Las tres siguientes secciones, Retornos, narran algunas de las más relevantes visitas del escritor a Granada, primero, en 1960 (aún en el exilio), como mero visitante, y después, a partir de 1977 y luego en los 80, ya como figura pública de un reconocimiento cada vez mayor.

Fue una ciudad en la que no vivió demasiado tiempo pero después fue recuperando

De vuelta en casa repasa ya la celebración de su centenario en vida y la inauguración de la Fundación que lleva su nombre. Mientras que Ayala en la Granada actual sintetiza la huella que ha dejado en la memoria granadina.

El recorrido propuesto se completa con el material documental que está íntimamente ligado a ciertos textos literarios de Francisco Ayala y a Granada, como el retrato de su abuelo, el rector Eduardo García Duarte; el jardín de la casa familiar pintado por Luz García-Duarte, madre del escritor; o el “impresionante” cuadro de la Muerte de San Juan de Dios que Ayala describe en el arranque de su relato sobre el santo.

Al acto de inauguración han acudido la vicepresidenta primera y diputada de Cultura y de Memoria Histórica, Fátima Gómez, la subdelegada del Gobierno, Inmaculada López, el vicerrector de Estudiantes y Empleabilidad de la UNIA, Víctor García Morales, el director del Centro de Cultura Contemporánea de la Madraza de la UGR, Ricardo Anguita, el director de la Fundación Francisco Ayala, Manuel Gómez Ros, y el delegado territorial de la Junta de Andalucía, Antonio Granados.

La diputada señaló que la muestra trata sobre “un escritor brillante, un talento de la literatura, un intelectual y un pensador de prestigio”. Por su parte, Ricardo Anguita destacó la vinculación de Ayala con la Universidad de Granada desde “antes de nacer”, a través de su abuelo “a quien no llegó a conocer”.

Por último, Manuel Gómez celebró también que salga adelante la muestra, que “es también la historia de Granada” y la relación de Ayala “con una ciudad en la que no vivió demasiado tiempo, pero que después fue recuperando”. También se refirió a “la impronta” que dejó Granada en su obra literaria, pues a ella regresaba también en sus textos: “...Y con mis pasos cansados de viejo, he subido de nuevo las escalerillas que siendo un niño trepaba a saltos hacia el palomar de mi madre...”

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