Infraestructuras sanitarias

Pocas cosas reúnen más argumentos para el consenso que la política sanitaria

En los años ochenta del siglo pasado, cuando (hace ahora en febrero 40 años) se inició el proceso de reforma sanitaria tras recibir en febrero de 1984 las transferencias sanitarias del antiguo INSALUD, la definición de un mapa sanitario permitió avanzar de manera histórica en la distribución territorial de los recursos hospitalarios y de Atención Primaria de una manera planificada.

Ello sirvió para construir un gran sistema público clave en la contribución hacia los actuales niveles de salud y bienestar de Andalucía, más allá de que en la actualidad la situación de nuestra sanidad pública tenga importantes áreas de mejora (especialmente en accesibilidad y listas de espera o política de personal). Hoy, Andalucía necesita redefinir su mapa sanitario incluyendo una estrategia a medio y largo plazo de construcción de nuevas infraestructuras hospitalarias y de Primaria en algunos puntos de nuestra geografía, así como la remodelación de otras que están obsoletas o envejecidas. De igual forma, es necesario repensar los equipamientos tecnológicos y actualizar aquellas tecnologías que sea conveniente sustituir y modernizar.

Este es un planteamiento que inevitablemente debe hacerse con luces largas y con una mirada de planificación estratégica que requerirá un consenso institucional que debe iniciar el Gobierno andaluz para sumar a los grupos parlamentarios y al resto de instituciones como diputaciones y ayuntamientos; y es que esto es así porque ello ha de suponer una importante y cuantiosa inversión económica que ha de priorizarse con criterios de equidad territorial y de necesidad sanitaria en cada lugar de Andalucía.

Además de modernizar nuestro sistema en lo que se refiere a infraestructuras, esta necesaria iniciativa de actualizar nuestro mapa sanitario puede servir para asegurar un equilibrio territorial que genere equidad y sentido de pertenencia de todos los territorios; y también como un elemento inversor con capacidad de generar empleo y aportar innovación a nuestros servicios sanitarios.

Incluso, con la involucración de empresas andaluzas en este proceso, cabe aspirar a disponer de un tejido empresarial que pueda desarrollar esta actividad fuera de nuestras fronteras, porque Andalucía tiene nivel y tamaño suficiente para exportar excelencia en esta materia. Es, por tanto, un asunto que puede ordenarse con una mirada blanquiverde, o sea, andaluza. Habrá quien piense que este planteamiento es utópico y probablemente no sea una consideración errónea, dada la experiencia que vivimos en la que los consensos no parecen encontrar buena predisposición en el panorama político andaluz. Pero no debiera ser algo ante lo que nos debamos conformar. Pocas cosas reúnen más argumentos para el consenso en las políticas públicas que la política sanitaria. Más aún, con los beneficios potenciales de creación de empleo y capacidad de generar más tejido empresarial andaluz.

Como he señalado al inicio, se van a cumplir cuarenta años desde que nuestra Comunidad Autónoma recibió las transferencias sanitarias e inició una andadura que permitió cambiar el panorama sanitario de Andalucía. Sería muy positivo que pudiéramos conmemorar este 40 aniversario con una iniciativa como esta para asegurar que se puedan modernizar nuestras infraestructuras sanitarias y contribuir así (junto a otras acciones que abordaré en otras tribunas), a situar la sanidad pública andaluza en el lugar que la ciudadanía merece.

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