Vía Augusta
Alberto Grimaldi
¿Hay también una ‘vía extremeña’?
Cincuenta años han pasado desde aquel 5 de junio de 1976 en Fuente Vaqueros. Apenas media hora de homenaje, vigilado por la policía, pero suficiente para romper un silencio de décadas y devolver al aire el nombre de Federico García Lorca. Fue el primer acto en libertad tras la dictadura que se celebrara en Granada, y en su sencillez se escondía una fuerza descomunal: la de un pueblo que se atrevía a recordar, a pronunciar en voz alta lo que había sido prohibido.
La llamada Comisión de los 33, un grupo heterogéneo de vecinos, profesores, escritores, periodistas y estudiantes, se convirtió en símbolo de valentía cívica. Ellos entendieron que la memoria no es un lujo, sino un deber. Que para matar a un poeta no basta con la bala, hace falta también el olvido. Y por eso, aquel manifiesto de 1976 fue un grito contra la segunda muerte, contra la desaparición de Lorca y de tantos otros en el silencio impuesto.
Hoy, medio siglo después, los supervivientes de aquel “Cinco a las Cinco”, se reunían esta semana para conmemorar aquella fecha y volver a reivindicar aquel espíritu que es más que una fecha: es un rito de libertad, un recordatorio de que la cultura puede ser raíz y resistencia. Lorca y su generación forman parte indiscutible de nuestra identidad, y las asociaciones de memoria democrática han ido restituyendo los nombres de quienes fueron arrancados de la vida. Cada junio, Fuente Vaqueros se convierte en un altar civil donde se celebra no solo al poeta, sino a la dignidad de un país que aprendió a reconciliarse. Este aniversario no es únicamente un homenaje a Lorca, ni siquiera a los 33 que se atrevieron a desafiar el miedo. Es también una advertencia, porque la memoria sigue siendo frágil, y hay quienes intentan reescribir el pasado, sembrar odio e intoxicar con mentiras. Frente a ello, la constancia y la unidad son nuestra mejor defensa. Porque olvidar sería traicionar no solo a Federico, sino a nosotros mismos.
El ‘Cinco a las Cinco’ nos recuerda que la libertad se conquista con gestos pequeños que se vuelven eternos. Que un pueblo que canta y recuerda no puede ser vencido. Este mes de junio, cuando se cumplan 50 años de aquella primera fiesta de la libertad, volveremos a reunirnos para celebrar el nacimiento de Lorca y el renacer de una España que quiso ser de todos. Y en cada verso, en cada aplauso, resonará la certeza de que la memoria no se rinde porque sigue viva, latiendo como un corazón colectivo.
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