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José Luis Delgado granada

Alberty murió en Granada ¿Qué pasó?

El portero húngaro Alberty, que en pleno partido tomaba naranjas, murió en Granada y aquí quedó, cerca de su compañero Floro ¿De qué murió? Dicen que se tomaba el zumo a la 'tragantera'

No tendrás perro que te ladre; nadie plantó junto a tu nicho naranjo alguno en tu memoria; nadie escribirá para ti una oda como la que en 1928 otro Alberti, Rafael, escribió para Ferenc Platko, el fenomenal portero húngaro de las filas del Barcelona que, por evitar el gol, recibió una brutal patada en la cabeza. Con unos cuantos puntos de sutura siguió jugando y Rafael Alberti estaba en las gradas. "De ti (Platko), nadie, nadie se olvida"; así termina la oda.

Pero de ti, Julio Alberty, como ya hace más de setenta años, nadie se acuerda, aunque estés enterrado en Granada; yo sí recuerdo las historias que mi padre me contaba de un portero del Granada que comía naranjas en pleno partido y mientras la pelota estaba lejos. Dicen que las exprimía con fuerza y se tomaba el zumo a la tragantera. Un cuento chino que yo nunca me creí de no haberlo confirmado en las hemerotecas y en esos estupendos capítulos de los estudiosos del Granada CF, Lasso, Entrala, Ramos, etcétera, que procuraron que estas noticias quedaran escritas para la posteridad. Es probable que todavía quede alguien que lo pueda confirmar. Seguramente haya por ahí quien recuerde las felinas estiradas de Alberty levantando clamores de ilusión en las gradas del viejo Los Cármenes ante goles que ya parecían cantados.

Gyula Alberty nació el 4 de julio de 1911 en Debrecen, la segunda ciudad más importante de Hungría después de Budapest, situada al este del país y frontera ya con Rumanía. Llegó a Granada en noviembre de 1941 y formó alineación con aquella mítica delantera que algunos recuerdan de memoria: Marín, Trompi, César, Bachiller y Liz. Detrás empezaban a hacer carrera los también míticos Floro, Millán y González. Traía Alberty la estupenda recomendación de un pasado histórico puesto que llegó a España y lo fichó el Real Madrid para sustituir nada menos que a Ricardo Zamora.

Alberty empezó triunfando; cayó bien a la afición; en su debut el Granada goleó al Oviedo 8-0; ya se aclamaban las espectaculares estiradas de aquel espigado guardameta que calmaba la sed estrujando naranjas. Dicen que eran los propios aficionados los que le regalaban kilos de naranjas que él apilaba junto a las redes. Poco tiempo militó en el club granadino: desde noviembre de 1941 a abril de 1942, fecha en la que murió cuando contaba 32 años. ¿Qué pasó? ¿Cómo fue aquello?

Jugó su último partido precisamente contra el Oviedo el 8 de marzo, pero una semana antes el Granada disputó un muy accidentado partido en Los Cármenes contra el Sevilla que alineaba de delantero al robusto Campanal; las violentas entradas del sevillista a Alberty en la disputa del balón dejaron gravemente lesionado al cancerbero húngaro. Hubo quien achacó a estas jugadas la culpa de la posterior enfermedad del portero; pero no parece que fuera así. Tal vez comió mariscos en mal estado en La Coruña, donde jugó el Granada el domingo anterior venciendo por cierto 4-1; tal vez bebió agua de una manguera; tal vez unas fiebres tifoideas, el caso es que tuvo que ser operado de un problema intestinal en el sanatorio de La Purísima y tras estar encamado casi un mes murió el 9 de abril de 1942. Enterrado en el cementerio de Granada, el alcalde Gallego Burín le concedió la sepultura a perpetuidad. El Granada echó mano de otro gran portero: Floro (Florentino Buey) enterrado cerca de Alberty, en el mismo Patio de las Angustias.

Ahí queda la breve historia de este portero del Granada que hizo las delicias de miles de aficionados en la temporada 1941-42, pero al que nadie ha dedicado oda alguna; este Alberty no tuvo Alberti. A los pies de su nicho se debió plantar un hermoso naranjo traído del Valle. Pero como los granadinos somos olvidadizos, en vez de naranjas del Valle le hemos dedicado naranjas de la China.

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