
La Rayuela
Lola Quero
Mal momento para morir
Cómo es posible que con los independentistas catalanes el gobierno social-comunista se arrodille hasta el extremo de estar dispuesto a dialogar sobre la soberanía que reside en todo el pueblo español con Torra y los reos de sedición, y en Granada no se pueda ni tan siquiera plantear que no nos ha ido bien en la autonomía andaluza tras 40 años de nefasta experiencia?
¡Herejía, sacrilegio, blasfemia! Mientras que en Cataluña se puede hablar de todo, incluida la integridad territorial de España -es de progres-, aquí cualquier propuesta que no pase por comulgar con la fracasada autonomía andaluza es pecado capital y mortal, ante el que los cancerberos del nacional andalucismo pondrán en marcha su poderosa maquinaria para aplastar a quien no jure lealtad suprema a Andalucía y a su dios Infante, u ose negar su condición de nacionalidad histórica y de autonomía histórica a tal quimera falaz.
Pero aunque las huestes del andalunazismo ya estén preparadas para demoler al hereje, al disidente, al discrepante, por más que la empírica haya demostrado con creces el fracaso de Andalucía y el maltrato sistemático del que ha sido víctima Granada tras su inclusión en el fallido experimento andaluz, los granadinos no podremos ser acallados, porque el hartazgo es ya un clamor popular, máxime porque se trata de un agravio que no cesa, del que es de justicia también culpar a los nefastos políticos locales, que jamás han defendido los intereses de nuestra tierra, sino sólo los suyos propios.
Y los granadinos, hartos de tanta desigualdad, injusticia y postergación, no abjuraremos jamás ante la inquisición andalunazi, como sí hubo de hacer Galileo ante el Santo Oficio, Eppur si muove.
Pero al igual que Galileo no erró, no erramos ahora tampoco los valedores del reequilibrio territorial para Granada y su región, los valedores de un Granadexit que se han ganado a pulso desde la Junta de Andalucía, y ninguna tiranía andalunazi con la que pretendan seguir adoctrinándonos los hacedores y continuadores del gran engaño autonómico andaluz -del que encima han hecho su modus vivendi-, amordazará el sentir de un pueblo desdeñado, agraviado y postergado como el nuestro.
Ni impíos, ni pecadores, ni vasallos. Que el andalunazismo no espere más sumisión, 40 años de capitulación han sido más que suficientes para ganarnos el derecho que nos otorga la Constitución Española a constituir y gestionar nuestra propia autonomía dentro de España. La razón nos asiste, la experiencia nos avala y la Constitución nos legitima.
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