Cuando en la sede socialista aún no habían digerido la barrida azul que ha arrasado con alcaldías y diputación, cuando todavía no se habían cerrado los argumentarios para intentar convencer al personal que los resultados no eran una catástrofe, que la culpa del naufragio era de los ‘primos’ a su izquierda y de la ‘nacionalización’ de la campaña, cuando algunas voces empezaban a ensayar el discurso de que la culpa estaba en Ferraz y San Vicente. Cuando todo eso aún no había ocurrido, “llegó el comandante y mandó parar”, como decía la bellísima canción de Carlos Puebla.

El sorprendente anuncio de adelanto electoral de Pedro Sánchez ha pillado con el pie cambiado al PSOE, al PP, a Vox y ese universo ultrafragmentado que se sitúa a la izquierda del PSOE y de paso ha conseguido que a estas horas estemos hablando de las próximas elecciones generales, en lugar de los dramáticos resultados cosechados por el PSOE.

No debería este nuevo capítulo del Manual de Resistencia de Pedro Sánchez, laminar el imprescindible ejercicio de autocrítica que deben realizar los socialistas en cada territorio, porque buena parte de la culpa del desastre electoral del domingo, la tiene una dinámica orgánica endogámica, clientelar y completamente alejada de la sociedad a la que pretende representar.

Si el PSOE quiere tener alguna oportunidad el próximo 23 de julio, tiene que empezar por presentar unas listas con mujeres y hombres que acrediten más méritos personales, académicos y profesionales que puramente orgánicos; que sean claramente reconocibles y reconocidos por la ciudadanía y no solo por su ejecutiva partidaria; que sean capaces de articular un mensaje ilusionante hacia quienes aún no saben si, ni tan siquiera, acudirán a las urnas, en lugar de solo garantizar el bobalicón “si bwana” a todo lo que diga el secretario general. Así y solo así, el PSOE podría tener alguna posibilidad.

Y se preguntarán ustedes: ¿dónde están esos mirlos blancos? Aunque sean escasos existen, pero hay que buscarlos fuera de las camarillas de las sedes y aunque sé que ella me correrá a gorrazos por las calles de ‘Graná’, quiero sugerir a Pepe Entrena que proponga a la rectora saliente, Pilar Aranda, como cabeza de lista del PSOE a las elecciones del próximo 23J. Su criterio, independencia, reconocimiento social, su capacidad de liderazgo y de tejer consensos, es lo que necesita esta tierra. Colocar a Pilar Aranda como número uno del PSOE al Congreso lanzaría un mensaje inequívoco a la sociedad de granadina, de que los socialistas ponen el interés general de Granada por encima del partidario... Aunque no tengo muy claro de que en la Torre de la Pólvora lo tengan tan claro como debieran.

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