Cambia, todo cambia

Auswitz, ¿comienza el siglo XXI?

Es en estos tiempos cuando se hace más visible lo peor y lo mejor de la gente

Aunque parezca que con el Covid-19 todo se ha parado, muy al contrario, lo que estamos viviendo es una aceleración de la Historia. La magnitud del impacto que esta pandemia está generando ya en nuestras vidas y los escenarios de incertidumbre global que se han abierto no tienen parangón en varias generaciones. La desigualdad y la escasez se agudizan por momentos, y urge buscar salidas que reduzcan el sufrimiento y eviten que los sectores y pueblos más débiles paguen el precio más alto, como ha ocurrido hasta ahora.

Auswitz, ¿comienza el siglo XXI? Hitler como precursor, es el sugerente título del libro con el que Carl Amery nos explica que el nazismo no es una excepcionalidad histórica. Antes bien constituye el resultado de la lógica colonial de explotación creciente de las personas y la naturaleza que caracterizan al sistema mundo capitalista nacido en el siglo XV. Durante el siglo XX, en escenarios de crisis y escasez, han aumentado las poblaciones excluidas y se ha multiplicado la destrucción.

Retomando la frase de Amery, podemos afirmar que el siglo XXI da comienzo con la actual pandemia, que está poniendo a prueba nuestra capacidad para abordar crisis crecientes. Ahora el protagonista indiscutible es el Covid-19, pero también estamos en plena emergencia climática, y, en un mundo lleno de desigualdades, afrontamos irremediablemente una disminución exponencial en la disponibilidad global de recursos energéticos y minerales. Es en estos tiempos cuando se hace más visible lo peor y lo mejor de la gente. Millones de personas están cooperando para que el impacto del Covid-19 sea menor para el conjunto de la sociedad especialmente para la población más vulnerable. Sacrificarse para evitar contagiar a las personas mayores constituye una actitud profundamente solidaria, al igual que lo es la tarea de quienes mantienen los servicios públicos y las actividades productivas esenciales en estos momentos cruciales. Quiero destacar también las redes de apoyo mutuo que han surgido en todos lados gracias a las iniciativas de la ciudadanía más activa.

Sin embargo, esta mayoría social está en disputa permanente con unas élites que en lugar de la cooperación prefieren la exclusión, que para socavar la democracia utilizan la mentira, y que para evitar el refuerzo de servicios públicos, economías locales y redes sociales, promueven la destrucción y la ley del más fuerte. Si queremos evitar que la Historia se siga repitiendo de forma trágica, es fundamental que nadie de un paso atrás en esta disputa y que incrementemos el esfuerzo para que las inercias de la desigualdad y la escasez no marquen nuestro futuro.

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