A pesar de la fama, de la leyenda negra de cainitas y sangrientos que no han dudado en elaborar a lo largo de la historia pueblos vecinos mucho menos complacientes de lo que nunca fuimos nosotros, por muy poco que hayamos llegado a serlo, somos benévolos en el sentido etimológico pleno [Bene (bien), bonus (bueno), volus (desear, querer)] y deseamos ser buenos, queremos ser buenos. Así, en lugar de practicar el cainismo del que se nos acusa, en lugar de mantener una actitud revanchista contra nuestros propios compañeros, los jaleamos y, sobre todo, los disculpamos. De otro modo no se podría comprender el apoyo a un partido que en pleno juicio es incapaz de justificar millones que llegaban de aquí o de acullá, dádivas generosísimas encubiertas, que suenan más a compra de favores. Cuando creemos que esta sociedad, cada día más perjudicada económicamente, impondrá un castigo a los corruptos, los fortalece en las urnas. Nos equivocamos cuando creemos que se revelará ante esa lista de obscenidades que han sido y son el caso Gürtel, Brugal, Nóos, Kitchen, Palma Arena, ERES, Minutas, Malaya,..., una lista de robo de dinero frente al alza de la precariedad, de familias que ven alargarse los días como chicles recalentados en el asfalto y el tiempo ralentizado que coloca la próxima nómina en un horizonte inalcanzable o espera un pago que está gestionado y nunca termina de llegar o una ayuda envuelta en millones de instancias y trabas o simplemente espera que los ángeles le sonrían e intervenga la providencia de una u otra manera. Pero la providencia suele estar del lado del que tiene su dinero a buen recaudo en un paraíso fiscal. Nos suben la factura de la luz y somos benevolentes. Convertimos en chiste lo que para la inmensa mayoría es un drama, pero nos reímos al pensar en la imposibilidad de ir de copas ahora que se abren los bares nocturnos, por tener que quedarnos en casa poniendo lavadoras, lavavajillas, planchando camisas que deben lucir impecables para esa entrevista de trabajo que no resultará. Musitamos "no nos queda otra" y a partir de ahí, mejor reír que no llorar. Porque, además, somos sufridos.

Una sociedad que vive en un estado de ansiedad continua disculpa al que le roba las posibilidades y es condescendiente con quién le desprecia. Se entiende así que triunfen y sean ensalzados personajes como Donald Trump o partidos como Vox. La necesidad apremia y, como un espejismo, convierte en oasis lo que no es más que la reverberación del calor sobre la arena del desierto, y aquellos que nos necesitan políticamente aprovechan para embaucarnos con humo, con miedo, con mentiras, y toma de nuevo forma la lógica hitleriana que construye un enemigo y aporta soluciones ya preestablecidas a los males de la sociedad. El populismo vuelve para hacerse fuerte. Cada día somos más benevolentes con quienes nos mortifican. ¿De dónde nos vendrá esa vena masoquista?

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