Bienaventurados los que rectifican

Tengo la esperanza que cuando salgamos de nuestras casas, la política sea punto de encuentro y no de enfrentamiento

La absoluta soledad con que mi tocayo Francisco, el actual Papa, celebró los oficios religiosos de la Semana de Pasión me ha impresionado positivamente. Resulta gratificador comprobar que la institución más vieja del mundo occidental ha cambiado de opinión y ahora acepta los consejos de la Ciencia. Hasta no hace más de unas cuantas décadas y en algunos casos solo cien años, dicha institución habría llamado a sus fieles a orar y lanzar plegarias, en grandes masas unidas, para que la divinidad nos protegiera de cualquier mal y con ello todos sus seguidores estarían más cerca del reino de los cielos. Bueno es rectificar.

También han rectificado, uno tras otro, los diversos gobernantes del mundo mundial en sus estrategias y consejos dirigidos a sus gobernados. El señor Boris Johnson ha pasado de preconizar un sálvese el más fuerte, al puro estilo del darwinismo social, a confinar a la población de su isla siguiendo los consejos de sus científicos. Del presidente de los Estados Unidos no sé decir si ha rectificado. No tengo Twitter y no le sigo sus "sabias" opiniones, pero una vez que ha conseguido que su país encabece la lista de muertes y que su economía se encamine a unas cifras próximas a los niveles del crack de 1929, parece ya está dispuesto a cambiar de opinión. Imagino que otros dirigentes como los de Brasil o Bielorrusia también andan rectificando, al menos para que si siguen en el poder les queden algunos ciudadanos sobre los que mandar. Sabio es rectificar.

Igualmente veo que nuestras autoridades rectifican, por ejemplo primero las mascarillas no eran necesarias y ahora hasta dicen que las van a repartir gratis. Yo llevo tres semanas intentando comprar unas, y no lo consigo. Me pondré en cola del metro, para no ir a ningún lado, pero a lo mejor consigo una. Al menos ya se ha rectificado en una decisión. Dichoso es rectificar.

De hecho nos gobierna un señor que de sufrir pesadillas por gobernar junto a otro, pasó a abrazarlo en el más dulce de los sueños progresistas. Desgraciadamente el sueño se ha truncado por la pesadilla vírica actual. Empero y dado que ahora tenemos mucho tiempo para reflexionar, me embarga la duda sobre la capacidad real de rectificar de nuestra clase dirigente. Aunque lo dudo mucho, tengo la esperanza que cuando salgamos de nuestras casas, la política sea punto de encuentro y no de enfrentamiento. Los que lloramos, y todos tenemos nuestras lágrimas, necesitaremos ese consuelo. Vale.

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