El lanzador de cuchillos

'Bloody sunday'

Otras veces, el Papa reprochó al mundo que apartase la mirada. Y después se sentó con Évole a darle hostias a la 'Cope'

En aquel tiempo dijo Jesús a los apóstoles: "Por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre". Así habló, no Zaratustra, sino el evangelista Mateo, que pudo comprobarlo en carne propia cuando un sicario del monarca etíope Hitarco lo apuñaló por la espalda mientras celebraba una misa dominical.

Ha sido en otra misa dominical, la de la Pascua de Resurrección, donde la muerte ha sorprendido a decenas de cristianos de Sri Lanka. Las imágenes difundidas en las redes sociales muestran la magnitud de las explosiones, con los templos semidestruidos y cuerpos mutilados y esparcidos por el suelo, mientras la gente trata, inútilmente, de socorrerlos. A la hora en que escribo este artículo, nadie ha reivindicado la autoría de los atentados -también han atacado hoteles y un complejo residencial-, y las autoridades recomiendan no prestar atención a las fake news que puedan generar confusión o actos de represalia contra algún grupo étnico o religioso. Ya saben, lo de siempre.

El de este domingo ha sido el último de los numerosos ataques que vienen sufriendo los cristianos por profesar su religión. A principios de año, veinte personas murieron y un centenar resultaron heridas en un doble atentado islamista en la catedral católica de Joló, en el sur de Filipinas, y, poco antes, otras cincuenta fueron asesinadas por musulmanes radicales en la República Centroafricana. Según un informe de Open Doors, la persecución de los cristianos está presente en 50 países y afecta a unos 215 millones de creyentes. En otras palabras, uno de cada doce cristianos en el mundo se ve hoy intimidado, en prisión o amenazado de muerte por el simple hecho de vivir o proclamar su fe.

El Papa Francisco ha lamentado la violencia cruel de los atentados de Sri Lanka y ha manifestado su cercanía a la comunidad cristiana, "golpeada mientras estaba reunida en la oración". En anteriores ocasiones, había reprochado al mundo que apartase la mirada ante la dramática situación de los cristianos que son perseguidos, torturados y asesinados: "En muchos países los católicos no tienen derechos. Si llevas una cruz, vas a la cárcel; hay gente condenada a morir por ser cristiana. Hoy hay más mártires que en los primeros días, pero esto no es noticia, los medios no publican estas cosas", observó. Y después -coherencia obliga- se sentó con Évole a darle hostias a la Cope.

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