Bruselas no es lo que era

Tipos como Emir Kir son los que nos hacen descreer, cada día un poco más, de un sueño que una vez pareció posible

No nos cuesta nada respetar la libertad de los que piensan como nosotros, votan como nosotros, son como nosotros. Ya dijo el que podía incluso corregir la ley de Moisés que hacer el bien a los propios no posee mérito. Respetar la libertad de los que se nos oponen y hacer el bien a los que nos caen mal tienen una base común que no es abstracta, reposa sobre mandatos legales y éticos muy precisos. Sólo sobre ese sustrato ha sido posible edificar Estados de derecho en los que las libertades son algo más que declaraciones rimbombantes. Y alimentar sueños de unidad y libertad por encima de las diferencias históricas. Europa era uno de esos sueños, el de mi generación.

Hace dos días, sin otro motivo que su negativa consideración, un simple alcalde de una pequeña comuna de Bruselas, ciudad donde diariamente se celebran más de cien actos de significación política, decidió suspender y enviar a la policía al local donde iba a reunirse National Conservatism, “un movimiento intelectual formado por periodistas, académicos, políticos e investigadores sociales que comparten interés por el enfoque conservador de las políticas nacionales e internacionales”. El acto contaba con todos los permisos y, entre los conferenciantes y participantes previstos se encontraba un jefe de Estado –el polaco Morawiecki–, un primer ministro –el húngaro Orbán–, eurodiputados como el filósofo Ryszard Legutko o el periodista Herman Tertsch, y personalidades tan variadas como Nigel Farage, Eric Zemmour, Rob Dreher o el cardenal Müller, entre un largo y bastante impresionante etcétera. “¿Que no soy yo capaz de jeringarles el tinglado a esa gente? –se habrá dicho el turco Emir Kir, alcalde del suburbio bruselense– Sujétame el raki”. Y no pasa nada en el país que acogió a Puigdemont.

“La reputación de Bruselas como sede de la democracia europea está en juego cuando se realizan intentos para suprimir el discurso de cincuenta de las figuras públicas más destacadas de Europa sin más motivo que sus opiniones políticas conservadoras. Europa no debe caer en el dominio de matones e ideólogos”. Esto ha afirmado Yoram Hazony, organizador del acto. No sé si el alcalde socialista Emir Kir, entra en la categoría de matón o en la más difusa de “ideólogo”, pero lo cierto es que tipos así son los que nos hacen descreer, cada día un poco más, de un sueño que una vez pareció posible.

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