Ante la habitual falta de noticias en estas fechas, han bautizado a la serpiente del verano como 'turismofobia', llegando hasta el esperpento de compararla con el terrorismo.

Afortunadamente aquí todavía no se ha dado con la misma fuerza este tipo de xenofobia postmoderna. Entre otras, existen tres razones de peso para ello.

La primera es que en Granada, como en el resto Andalucía, nuestra identidad es la diversidad, algo que comparte la mayoría del nacionalismo andaluz. Por lo tanto, aquí es más difícil que sea mayoritario el odio a lo extranjero.

La segunda es que, aun acercándonos rápidamente, no hemos alcanzado todavía el nivel de saturación de otras capitales. Así que, estamos a tiempo de tomar medidas para evitar este grave problema aprendiendo de los errores que se han cometido en otros lugares. Es fundamental planificar el turismo contando con todos los actores implicados, pues más allá del protagonismo de la patronal turística es necesario atender, entre otras, a las organizaciones vecinales, a quienes se dedican al comercio o la artesanía, a los sindicatos, y a una ciudadanía cada día más preocupada por el turismo de masas. Necesitamos buscar consensos, y nuestros gobiernos deben tomar decisiones valientes incluyendo la activación de una tasa turística para mejorar nuestra ciudad, el control exhaustivo de los apartamentos turísticos para evitar que los grandes inversores especulen de nuevo con nuestro patrimonio inmobiliario, y finalmente, la declaración de zonas saturadas en los barrios históricos para que no se conviertan en parques temáticos.

Granada tiene la oportunidad de situarse en la vanguardia de las ciudades turísticas, tomando ventaja frente a un problema que afecta al propio negocio turístico y que tarde o temprano se tendrá que abordar en todos los destinos. Cuanto antes intervengamos en la burbuja y gestionemos esto de otra manera, mejor para nuestra ciudad y también para nuestra economía.

Y es que los euros son la tercera razón por la que aquí no ha arraigado con fuerza la turismofobia: el turismo es y continuará siendo durante bastante tiempo una de las principales industrias de Granada. Sin embargo, para que el beneficio que dejan quienes nos visitan llegue a todo el territorio que los acoge, necesitamos un modelo turístico donde los sueldos y las condiciones laborales sean dignas, apostando por la calidad y por el desarrollo de nuestro potencial gastronómico, científico, cultural y patrimonial con valores territoriales que generarían sinergia entre el turismo y diferentes sectores económicos como el agrario, el científico-educativo, el sanitario y el cultural, entre otros.

En definitiva, a Granada le conviene acabar con la burbuja antes de que la pinche la turismofobia.

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