Sobre las cartas perdidas siempre se crea un entramado de hipótesis y un halo de intenso romanticismo. ¿Qué dirían esas cartas? ¿Aportarían información esclarecedora sobre algún hecho trascendental? ¿Dónde estarán y cómo es posible que nadie las encuentre? Si pasan los siglos y la correspondencia continúa sin aparecer, la intriga se hace cada vez más densa, mucho más, si los autores son nombres como los de Manuel de Falla o Federico García Lorca. Manuel de Falla escribió más de 24.000 cartas. Algunas, incluso, de doce folios. La mayoría de ellas se conservan pero, otras, han desaparecido. Es el caso de la correspondencia entre el maestro de Cádiz y su alumno, Ernesto Halffter, responsable de concluir La Atlántida que no pudo terminar Don Manuel. Emilio Casares -musicólogo- lo contaba al término de la actuación de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. "Las cartas de Ernesto a Falla están en Granada, pero las de Falla y Lorca a Ernesto no se han encontrado todavía". Desde el momento que Ernesto Halffter se casa con una portuguesa, alrededor de 1930, se dedica a dar conciertos por toda Europa. Tantos viajes le llevan a depositar sus documentos de valor, entre los que se encontraban las cartas de Falla y de Lorca, en casa de un íntimo amigo, Adolfo Salazar, crítico del Diario El Sol. "Un mes antes de estallar la guerra civil, Salazar vio mal las cosas y se marchó a Washington nombrado consejero cultural por la república. La casa de Salazar fue respetada durante la guerra porque Salazar era amigo íntimo del guitarrista de derechas Sainz de la Maza", explica Emilio Casares.

Sobre el año 1942, Salazar reclama su gigantesca biblioteca desde México, donde vivía en aquella época. "El legado de Salazar viaja a Méjico, en este país también estaba exiliado el hermano de Ernesto, Rodolfo Halftter, que era un convencido comunista. Salazar vuelve a hacerse con sus documentos". Cuando Adolfo Salazar muere, en 1953, todo su legado pasa a manos del multimillonario mejicano de origen asturiano, Carlos Prieto. "Después de comprobar que yo era de total confianza, Carlos me invitó a ir a su casa de Méjico, en el año 74. Allí había 78 cajas gigantescas con toda clase de documentos. Una maravillosa biblioteca y cartas de Stravinsky y de Debussy. Faltaban las de Falla y Lorca a Ernesto Halftter y las de Lorca a Salazar. Cuando Rodolfo Halftter murió, hace unos ocho años, también se buscaron las cartas en su casa y no se encontró nada". ¿Cómo se explica esta desaparición? Según Emilio Casares, uno de los grandes expertos en la música del siglo XX en España, "no existe teoría alguna".

Otro detalle que me encantó de esta velada. Angela Barrios, ahijada de Falla e hija del compositor Angel Barrios asegura que sabe distinguir, perfectamente, los trozos de la Atlántida compuestos por Falla y los escritos por Halffter. Fue un lujo escuchar a la Filarmónica de Gran Canaria dirigida por el más joven de los Halffter, Pedro, acompañada de personas tan expertas en música. También asistieron al concierto Reynaldo Fernández Manzano, director del Centro de Documentación Musical de Andalucía, su hermana Azucena Fernández Manzano, que ha sido la directora de orquesta más joven de España y el tenor Juan Manuel Fernández. Y un grupo de ingleses excepcionales: Edna -a la que escuchamos como traductora en el Hay Festival- con su marido Bill Weale, y las hermanas Sally y Anne Barker.

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