Dame gasolina y toma un pagaré

En el pasado esto se llamaba cartilla de racionamiento, y no creo que traiga buenos recuerdos a los mayores

Las diversas fórmulas, habituales en las naciones bolivarianas, que empiezan a extenderse en la vida de los españoles son crecientes y cada vez más sorprendentes. Ahora las gasolineras deben hacer un descuento, en nombre del Estado, a sus usuarios a cambio de una promesa irrenunciable de pago. Vamos, lo que ha sido un pagaré del Tesoro de toda la vida, pero con un tesoro al que ya le estamos viendo el fondo. Habitualmente en España existían mecanismos que primaban el gasto de los bolsillos más desfavorecidos. Se podían declarar los medicamentos, las obras realizadas o la compra de la vivienda habitual a través de la declaración de hacienda, descargando al Estado de sus obligaciones constitucionales con la ciudadanía. Pero ahora nos estamos encontrando con una ingeniería financiera que trata de superar cada bache a corto plazo echándose más carga a las espaldas. Las pasadas semanas han sido los transportistas y los pescadores, hasta dejar desabastecidos los mercados. Ahora se trata de reventar a los pequeños empresarios de gasolineras hasta que solo sobrevivan las multinacionales, que pueden aguantar mejor la presión. La inquietud que genera pensar en cuál será el siguiente sector al que destrozar hace que todo el mundo tema por su futuro ¿este es el concepto de libertad y democracia que se desea para una ciudadanía europea o es el modelo preferido en otras lejanas tierras?

De seguir así cabe pensar que se obligará a las tiendas a soportar descuentos estatales en el aceite de girasol, o a que racionen los alimentos por el bien del país. Pero en el pasado esto se llamaba cartilla de racionamiento, y no creo que traiga buenos recuerdos a nuestros mayores. Por tanto, cabría exigir a los gobernantes algo más de astucia, ya que hasta ahora solo han logrado que Argelia nos suba el precio del gas en exclusiva y comercie por Italia, que Marruecos se mofe de nuestro gobierno y que Europa y la OTAN nos sitúen y fotografíen en el vagón de cola. Para ello sería fundamental que algún ministro o superior nos contase la verdad, y el problema es que se han acostumbrado a mentirse tanto que los ciudadanos no sabemos la situación real, ni podemos prever hacia donde transcurrirán los acontecimientos. Y si todo va a empeorar, al menos tengan la decencia de contárnoslo, porque como indicaba George Orwell "En una época de engaño universal decir la verdad es un acto revolucionario".

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