Decíamos ayer

Pedro Sánchez apuesta a que en 2024 nos acostumbraremos del todo a todo lo que él haga

Tienen razón los que protestan de tantísimo alboroto por el cambio de año cuando es una pura convención arbitraria. Lo había dicho Jules Renard con la misma precisión y más belleza: “Año nuevo: una rebanada cortada al tiempo y el tiempo sigue entero”. Yo soy partidario de las rebanadas, de las convenciones y de las fiestas, empezando por la Navidad y terminando por la Epifanía. Tanto me gusta el Año Nuevo que lo celebro también en mi cumpleaños, en el comienzo de curso y en el final de curso. Arranco cuatro años nuevos al año, con su esperanzado corolario de propósitos buenísimos y besos, brindis y abrazos. Pero es verdad que el tiempo sigue entero. También sigue artero Pedro Sánchez con su plan político para perpetuarse él y a la izquierda en el poder.

Aprovecharé este leve intervalo entre días festivos para romper mi racha de artículos navideños. Un poco de cotidianidad nos hará daño, pero también es necesaria. El 2024 va a ser un año crucial. Porque el ser humano se acostumbra a todo como se deje ir. Si Sánchez consigue desarticular los desperdigados focos de resistencia que aún se oponen a su plan de ocupar todo el poder, el 25, el 26 y el 27 ya ofrecerán muy pocas dudas. Es un efecto raro: hay más incertidumbre en los meses inmediatos que en el futuro más lejano.

Se advierte cansancio en las resistencias. Espero que nadie cuente como agotamiento mi larga serie de artículos festivos, pero podría pensarse. Las manifestaciones en Ferraz son cuestionadas desde las mismas filas de la oposición. El PP pacta con Sánchez cositas y cositas, como los peces en Belén, que beben y beben. Las conversaciones en la calle van retomando su pulso cotidiano.

Sánchez cuenta con todo esto. En España quien aguanta gana, dicen que dijo Cela, y pudo ser, porque él lo ganó todo. Entre mis deseos en racimo para el año está que demos con una fórmula de resistencia más resistente. Que ha de pasar, supongo, por aprender a vivir con interrupciones convencionales, familiares, íntimas, profesionales, etc., sin por eso dejar de escandalizarnos con los pactos del PSOE con Bildu o con Puigdemont. Hacer, como fray Luis de León, un periódico “decíamos ayer” que recupere la indignación democrática cada poco.

Se trata de un equilibrio difícil, pero también de uno de los retos políticos del 2024. Pedro Sánchez sigue dispuesto, como el año pasado, a cortar todas las rebanadas del poder y a comérselo entero.

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