Contraviesa

J. Ernesto García Trevijano Nestares

¿Dios existe?

Parece claro que con la razón no llegaremos a una respuesta absoluta y definitiva

Una de las dudas existenciales del homo sapiens es si existe o no un dios creador; y, en estas fechas navideñas, muchos nos la volvemos a plantear. Argumentos en favor de la existencia de Dios existen muchos y variados. Desde sus orígenes, el ser humano ha buscado 'protección' en un dios, y sobre la existencia del Dios de los cristianos, Jesucristo, existen incluso testimonios escritos autenticados; y más de veinte siglos de presencia en la vida humana es argumento de peso. En contra, la certeza de que nuestro Planeta Tierra no es más que un grano de arena en un Universo que tiende al infinito y los avances tecnológicos hacen que sea cada día más difícil aceptar la tesis de la existencia de Dios por el método del razonamiento. Tomás de Aquino escribió en el siglo XIII la Suma Teológica, que supuso el intento más completo de sintetizar fe y razón. Hoy puede afirmarse que la cuestión de la existencia o no de Dios está en empate técnico.

Entonces, ¿existe Dios o no? Parece claro que con la razón no llegaremos a una respuesta absoluta y definitiva, circunstancia que algunos aprovecharán para decirnos que el camino es la Fe; cree en la existencia de Dios quien tiene Fe. La Fe, por tanto, es creencia -racional o no- de que Jesucristo nos redimió en la Cruz y tenemos la posibilidad de una vida eterna de gozo con el reencuentro de nuestros seres queridos que abandonaron antes este mundo. Como expectativa -esperanza en cristiano- ¡no es poco! Pero a mi juicio hay un cierto desenfoque en la determinación de qué es la Fe. Sin entrar en esencias teológicas, a las que ni llego ni me corresponden, tengo la opinión de que la Fe no sea solo mera creencia sin conexión con la experiencia. Dicho de otro modo: cree quien ha tenido -o vivido- una experiencia de Fe. La forma o manera en que se tiene o vive es tan diversa y única como la genética de cada cual. ¿Que si yo he tenido una experiencia de Fe? Pues sí, me ocurrió en Tierra Santa, en una misa en capilla adyacente al Santo Sepulcro, Jerusalén; ni sé cantar ni menos el Adeste Fidelis en latín. Sin embargo, ese día lo hice sin desentonar ¡y en latín! Los amigos que me acompañaban -que conocían mi pésima relación con el canto-, no daban crédito; yo tampoco, pero era real. Si hoy pretendiera repetir la hazaña no podría ni por la música ni por la letra. Al cabo del tiempo, ya en España, comprendí que aquello fue una experiencia de Fe.

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