Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Anatomía de un bostezo
LEO en este fin de semana, en un prestigioso diario progresista, cuatro artículos dedicados al problema de aprender a enseñar y pierdo la esperanza. Una vez más. Otra vez posturas ideológicas irreconciliables, las habituales críticas a la palabrería pedagógica, los ejemplos de excelencia de otros países con recetas que muy difícilmente (realmente imposible) se pueden exportar o generalizar a nuestro país o casos muy particulares que tampoco son extensibles a todo nuestro sistema educativo. Pero, ¿qué sistema educativo? Si resulta que tenemos 17 sistemas educativos.
Los editores de textos de estudio andan absolutamente desesperados intentando cerrar ediciones de los libros del próximo curso y los autores escribiendo distintas versiones para cada autonomía, porque cada una hace lo que le viene en gana. Imposible el consenso ni para poner los temas en orden. Felices los chavales, al menos la Wikipedia que consulten será la misma. ¿Creen ustedes que nuestra clase política va a renunciar a manejar los hilos de la educación? Esa misma clase política que se deja caer con manifestaciones tan obvias como: "No habrá unas terceras elecciones" o "No cambio de ideas fácilmente". Yo me pregunto ¿por qué ha tenido que haber unas segundas elecciones? También me pregunto si no habrá cambio de idea sobre la corrupción como sistema de financiar a un partido. Y los editores temblando por el dinero que pueden perder si hay otro nuevo cambio de ley educativa.
Y nada he leído sobre cómo formar al profesorado. Seguimos con los debates de si la formación universitaria tiene que ser de tres, cuatro o cinco años, pero ni palabra sobre cuántos profesores se necesita formar cada año o si seguimos manteniendo las Facultades de Educación como Facultades que recogen a cientos (o miles de estudiantes) que en ningún caso tienen vocación docente, ni se plantean nada más allá de pasar el tiempo y obtener un grado sin mucho esfuerzo. ¿Creen ustedes que nuestra clase política quiere realmente a una población ilustrada? La respuesta fue tomada tiempo atrás. Por definición, desde la entrada en la universidad, en el momento en que se decidieron el número de horas presenciales necesarias para las titulaciones de los estudios de humanidades y sociales, estos estudios sufrieron una rebaja mínima del 30%. Y tan contentos con el ahorro que eso suponía. Luego nos quejamos de falta de cultura, de la muerte de las humanidades; pero, vamos ¿de qué creen ustedes que estamos hablando? Tóquense los bolsillos, por si acaso. Vale.
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